Mi buen amigo Nasser (M. Nasser Issa. Beirut, 1949) presenta hoy su novela, El cedro y la luna , editada por el gobierno de Aragón. Por si no lo han oído ustedes por la radio o la tele, les diré que se trata de un relato con fuertes componentes autobiográficos, cuyo protagonista, Sami, un libanés establecido en España, recuerda la historia de su familia y la suya propia, que viene a ser la Historia con mayúscula del Oriente Próximo. No cabe asunto de mas actualidad, ahora que están cayendo chuzos de punta y algunos pretendidos intelectuales hablan del terrorismo islamista y otros asuntos orientales como si fuesen una inexplicable patología psicopolítica sin apenas antecedentes previos al 11-S. Pegarle un vistazo a lo que ha pasado en Palestina y sus aledaños en el último siglo es un ejercicio sumamente interesante; obligatorio, diría yo.

El cedro y la luna debe ser una de las pocas novelas escritas en español por un autor que tuvo como lengua materna el árabe. Otro factor que la dota de singularidad. Nasser, médico que vive y ejerce en Zaragoza, es musulmán chiita por nacimiento, agnóstico por vocación y se las ha ingeniado para contar la vida de su protagonista y alter ego Sami de tal forma que combina el intimismo y la nostalgia con el relato documentado de sucesivos acontecimientos históricos. El no es un profesional de la literatura, pero su sencilla prosa se emparenta de forma natural con la producida por la actual narrativa turca y árabe; en particular la de Yasar Kemal, el autor de El Halcón .

Nasser y gentes como él son todavía la expresión del único futuro posible: personajes bifrontes que viven y se expresan en varias lenguas y dos culturas, que reparten sus sentimientos y obligaciones entre patrias diversas, que no tienen más religión que la solidaridad y la justicia, que deploran el fanatismo y la violencia... Ellos van a prevalecer sobre la locura de estos tiempos. Esa es al menos mi fundada esperanza.