Los servicios de voluntariado sanitario en Aragón (Cruz Roja, DYA y algunos cuerpos de Protección Civil) llevan un mes haciendo cuentas sobre cómo mantener su volumen de trabajo en la asistencia con ambulancia sin arruinarse. Una orden de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Aragón --que desarrolla el Real Decreto 836/2012--, y que entró en vigor a principios de este año, obliga a estos servicios a contar con dos conductores por ambulancia, y con unos requisitos de titulación difícilmente exigibles a un voluntario.

Si aún así quisiera obtenerlos, debería pasar unas 3.000 horas de formación y pagar hasta 1.500 euros por un curso, algo "difícil de pedir a alguien que viene a colaborar e inasumible si lo tiene que pagar una oenegé", explica Fernando Pérez, coordinador territorial de Cruz Roja. "No le puedes pedir a un voluntario que haga una FP".

Según explica, la clave de este cambio legislativo está en las ambulancias, a las que exigen el doble de personal para conductor, y que tengan no solo el carnet de conducir profesional --BTP-- sino la titulación de técnico en transporte sanitario. El espíritu de la ley del Gobierno Central era, según rezaba, "mejorar la formación" de los profesionales, pero para los servicios voluntarios la equiparación supone un serio riesgo para su supervivencia.

La orden permite rescatar a aquellos que, cuando fue promulgado el decreto (mayo del 2012) tuviesen ya el BTP y puedan demostrar una determinada experiencia o tengan un certificado de profesionalidad. Pero, como explica Joaquín Campillo, tesorero de DYA Zaragoza, "suponen muy pocos en un servicio donde la gente suele permanecer como voluntaria dos años".

Las matemáticas son sencillas: si DYA Zaragoza afirma contar con entre 15 y 20 conductores, y Cruz Roja, con 300, necesitarían formar entre ambas asociaciones a unos 315, que a 1.200 euros serían 414.000 euros que aportar para poder simplemente mantener las asistencias con el doble de chóferes.

NECESIDAD Tanto para Pérez como para Campillo, el problema es la falta de necesidad de realizar esta equiparación de servicios con servicios profesionales, cuando sus voluntarios y técnicos reciben cursos modulares que les capacitan "más que de sobra" para sus tareas. "No ha habido negligencias ni nada similar que justifiquen la medida", zanjó Campillo.

En Cruz Roja ya están pensando, entre reunión y reunión con la DGA, en derivar los esfuerzos de sus voluntarios a otras áreas como los primeros auxilios sin transporte o la prevención sanitaria. DYA lo tiene más difícil, ya que la base de su labor es la asistencia y transporte sanitario de emergencia, fundamentalmente los fines de semana.

Ambas instituciones han visto una posible salida en convertirse en entidades homologadas para impartir los cursos que luego recibirían los voluntarios, aparte del carnet de conducir BTP, disponible en cualquier autoescuela. Pero con el aumento de requisitos, se hace complicado. "No puedes hacer un hospital para formar voluntarios", ilustra Fernando Pérez.