Después de que se indicaran los pasos a seguir en el proceso de desescalada, un hostelero confesó: «Si quieren hablar de los bares en el periódico, será mejor en la sección de esquelas». España es el país de la Unión Europea con más bares y restaurantes, pero el coronavirus los ha clausurado al completo. No ha quedado ni uno abierto y la gran pregunta es: ¿cuándo volverán y cómo lo harán? Los hosteleros se empiezan a preparar para una desescalada que todavía no tiene fechas concretas y que amenaza su supervivencia con la temida distancia social.

Cerrados a cal y canto, los ingresos de los 219.000 bares, restaurantes, cafeterías y pubs se resumen en cero, pero sus gastos siguen contabilizándose: proveedores, alquiler... en el caso de los trabajadores, alrededor de 1,3 millones, muchos han optado por la suspensión del empleo (ERTE). Tres de cada cuatro bares están regentados por pequeños empresarios -con menos de tres empleados— que viven ‘al día’, es decir, tienen una liquidez con fecha de caducidad, la mayoría, de un mes.

Las empresas se han movilizado para llenar los almacenes de los bares para cuando se produzca su reapertura. Con una facturación cercana a los 94.000 millones de euros, el covid-19 amenaza con reducir sus ingresos un 40% y provocar una pérdida estructural de 207.000 puestos de trabajo, según un informe elaborado por Bain & Company y EY.

En la provincia de Zaragoza se calcula que hay más de 5.000 establecimientos hosteleros que generan unos 27.000 puestos de trabajo directos más los miles que dependen del sector. Además, únicamente unos 1.800 tienen terraza y, de estos últimos, con más de 10 o 12 mesas, no llegan al 15%. Hasta ahora, un 83% de los bares y restaurantes se han acogido al ERTE.

Algunos se han acogido a créditos del ICO o la moratoria de alquiler. «La moratoria solo aumenta más la pelota, es un mes que se acumula», explica el secretario general de la patronal, Hostelería de España, Emilio Gallego.

Los bares viven de la demanda interna, que se verá afectada por la caída de la renta de las familias y el temor al contagio, pero también de un turismo internacional del que no se tienen noticias.

Y lo peor podría estar por llegar. Uno de los principales temores es el día después y el temido ‘distanciamiento social’ que a priori será la norma. «Eso nos preocupa y mucho porque la demanda no va a ser la misma» mientras los gastos seguirán corriendo, explica Emilio Gallego. Entre las peticiones, la hostelería reclama al Gobierno poder mantener los ERTE tras el estado de alarma y a los ayuntamientos, una mejora de las normativas de las terrazas «para no perder capacidad y cumplir las distancias».

¿Qué ocurrirá con los pequeños bares de barrio que apenas tienen mesas? «Si no pueden abrir, quizás necesitarán algunas medidas de ayuda», dice Gallego. Según sus estimaciones, se prevé el cierre de cerca del 15% de establecimientos, 40.000 en total, aunque, a decir verdad, la realidad de esta pandemia está echando por tierra cualquier teoría.

BAR ESTORIL

José A. Rondón: «Después de 38 años no sabemos si continuaremos»

Desde que abriera sus puertas en 1982, el Estoril se ha convertido en uno de los bares con mayor historia del centro de Zaragoza. Su fachada es parte ya del imaginario de la calle León XIII y empezó atendiendo a los empleados del Corte Inglés, después a los compradores de comercios y también a muchas familias, viendo pasar a tres generaciones.

José A. Rondón, que tomó el testigo de su padre, ha pasado por todo tipo de angustias y crisis económicas, esta le ha dejado «fuera de mano» y le ha visto obligado a cerrar y a hacer un ERTE a sus ocho trabajadores «Es muy triste que después de 38 años no sepamos si vamos a poder continuar», asegura.

Durante este mes y medio, el Estoril ha dejado de facturar alrededor de 60.000 euros, tiene que hacer frente a los gastos del alquiler que alcanzan un 30%, en situación normal, además nóminas y Seguridad Social, que es entre el 30% y el 40% y el pago a proveedores. «El margen que te queda es mínimo, así que, cuando llega el trimestre, que más o menos ves la luz, se te reduce otra vez y debes volver a empezar», afirma José Rondón.

Con parte del préstamo ICO adelantado por el banco podría hacer frente a la apertura, pero en la fase 1, con el 30% de terraza, él lo tiene claro. «Con tres mesas no puedo abrir porque no me cubriría ni una mínima parte», y en las semanas posteriores, con un 30% del local, sin utilizar barra y el servicio de mesas, «tampoco es compatible, te obliga a reiniciar con pérdidas», indica.

El Estoril permanece a la espera y confía en el apoyo institucional a la hostelería. «Sería beneficioso que los ERTE se mantengan, reincorporar a la plantilla acorde a la necesidad hasta que se estabilice todo. La ayuda a los alquileres, tiene que ser fundamental, no puede ser que un alquiler te lo estén cobrando al 100% como si estuvieses trabajando normalmente», concluye.

CASA MARTANA

Elena Preda: «Esperemos que la gente regrese con confianza»

Casa Martana es un amigo de la familia del barrio de La Almozara. Repleta de parejas, mayores y familias durante los fines de semana, es un encuentro habitual de amigos del barrio y el lugar predilecto para celebrar las victorias del CD Ebro. Este mes de abril se cumplía el sexto aniversario de su apertura.

«Es un barrio muy bueno y nos hemos adaptado a los precios, ahí no nos hemos pasado. La gente viene a tomar algo, se quedan a cenar y son clientela muy fiel, van y vienen a lo largo de la semana y están encantados», celebra su dueña Elena Preda.

Ella y su madre se vieron obligadas a cerrar cuando comenzó el estado de alarma. Llegaron a un acuerdo con su única empleada para concederle dos semanas de vacaciones y mantener su sueldo durante el mes de abril, ahora, tendrán que solicitar un ERTE. «Aguantaremos hasta que el Gobierno decida, pero con el 30% no es rentable abrir el bar», confiesa Elena.

Casa Martana es uno de los miles de bares en Aragón que no tiene la posibilidad de instalar una terraza, aunque en el interior hay una zona de siete mesas reservada para comidas. «Llevamos doble turno de trabajo y así llenamos para que la gente pueda cenar. Sigo pagando el alquiler, la luz, la Seguridad Social... Con la separación de mesas de dentro no sé si podré abrir. Hemos estudiado protocolos de higiene durante el día y de desinfección por la noche. Será muy complicado controlarlo todo porque es un no parar», indica.

Como para todos, esta situación ha supuesto un cambio total en nuestra vida. «Nunca he estado tanto tiempo sin trabajar, llegué hace 17 años a España, paré un mes para ayudar a una amiga, pero nunca he estado en esta situación. El momento es este, hay que adaptarse, esperemos hacerlo lo mejor posible y que la gente no esté tan asustada al volver», concluye.

BAR MOSTAZA

Fran Echeve: «Saquemos los bares a la calle si lo que hay es miedo»

Si a estas alturas todavía no han descubierto el Mostaza, no conocen la comida zaragozana. Casi 30 años sirviendo a familias, parejas, jóvenes y mayores, un producto de absoluta marca personal. Al menos durante el confinamiento, sus fieles no han perdido la oportunidad de llevárselo a la boca.

«Desde el principio decidimos tirarnos un poco a la piscina, en primer lugar por los trabajadores, tenemos nueve empleados y algunos de ellos llevan 10 o 12 años, tienen algunas situaciones familiares complejas y no cerramos en marzo. Apostamos por el delivere y nos dio para asumir gastos, lo comido por lo servido. De abril no podemos decir lo mismo», indica el propietario Fran Echeve.

La comida para llevar ha sido la única fórmula de ingreso para los bares y ha hecho crecer a las empresas de reparto, cada vez, más instaladas en nuestro día a día. «A la gente que le apetece comer mostaza, se busca la vida y a través del encargo ha tenido acceso. A partir del lunes, el ciudadano puede venir tranquilamente y cogerlo, esto nos da más opciones, ya que, no dependemos solamente de la empresa que lo reparte», afirma Fran.

Durante las próximas semanas la pelea de los hosteleros estará en las posibilidades de ampliar la terraza. «Lo más importante para lo que viene es impedir las aglomeraciones. Si por medidas de seguridad no podemos estar dentro y hay una fase de miedo o inquietud, saquemos los bares a la calle, la capacidad de contagio es menor y se respetarán más las distancias», propone el zaragozano.

Como la gran parte de bares necesita un apoyo para salir adelante. «Habría que llegar a un acuerdo con el ayuntamiento, y con los arrendadores. En impuestos nos han dejado tirados, no puede ser que estemos de acuerdo en hibernar la economía y los impuestos se sigan pagando», lamenta.

CASA PRÓSPERO

Alfonso Pérez: «No podemos actuar de policías con los clientes»

En Casa Próspero, tradicional establecimiento en el barrio de San José, hace demasiado tiempo que desapareció el habitual ruido de conversaciones, vasos y platos. «Estamos dándole muchas vueltas... El problema no es abrir sino tener al menos un 60% ocupado para que sea rentable, no podemos continuar a base de ICO para afrontar los gastos», afirma el propietario Alfonso Pérez.

Desde el año 2004 presta servicio a los vecinos haciendo una labor familiar, de ocio y también de reunión de profesionales, seleccionando los productos y triunfando en cada concurso de tapas. «Tenemos una trabajadora fija y contrataciones extras, ya venimos de otra crisis y nos hizo aprender que había que minimizar empleados. Antes teníamos cinco, ahora nos organizamos entre los dos. Al final, aunque bajes costes, sin ambición, intentas salir adelante. Aún no habíamos salido del bache, esa es la realidad», lamenta.

Deberán adecuarse para empezar a trabajar con terraza desde el día 11 de mayo, y mesas y cocina desde el día 25. «Nos ubicaremos cada uno en un punto, creo que no habría problema. Con mascarillas, guantes y un protocolo de limpieza y distancia, es suficiente. Si el cliente quiere ir al servicio se generará otro problema para hacer una desinfección completa. Aunque es sobresabido como hay que actuar en distancias, pienso que no podemos actuar de policías», asegura Alfonso.

En el negocio de la hostelería «consigues ahorrar a base de mucho esfuerzo y mucho tiempo, tenemos unos gastos muy grandes y te comes todos los ahorros en menos de un mes. Necesito facturar 5.000 euros al mes y no voy a poder hacer esa caja. Hay que tener un poco de paciencia, aguantar otros 20 días más, que baje la cifra de fallecidos y es posible que podamos abrir con más amplitud», concluye.