El nuevo arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, se ha despedido hoy de la Diócesis de Santander, que ha dirigido los últimos siete años, con un petición a los ciudadanos y a las autoridades de que trabajen "juntos para lograr lo mejor para Cantabria, para sus pueblos y sus habitantes".

"He gozado y sufrido a vuestro lado y juntos hemos sentido el latido de nuestro pueblo, entre preocupante y esperanzado, en medio de la grave crisis, que necesita una regeneración moral para ser superada", ha dicho quien hasta la pasada semana era obispo de Santander y, desde el día 12, nombrado arzobispo de Zaragoza por el Papa Francisco.

Ante el presidente de Cantabria, Ignacio Diego, el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, y diversas autoridades, el obispo ha abogado por que "cunda" el sentido "de la autoestima y la superación y no la patética del lamento y de la crítica destructiva".

En la homilía de la misa de su despedida de Cantabria para marchar a Zaragoza, donde el domingo, día 21, tomará posesión de su nuevo cargo en la basílica del Pilar, Vicente Jiménez Zamora, ha insistido en la "pena" que le supone dejar Santander, porque ha asegurado que "el corazón sangra por donde ama, por dejar la diócesis a la que he conocido y amado como a mi madre y esposa".

"Dios me llama como Abraham a salir. Me solicita como al apóstol Pedro que le siga en esta etapa final de mi vida. Me pide que le sacrifique mi pasado de memoria agradecida y que le ofrezca mi futuro con alegría y esperanza", ha señalado ante los fieles de Santander que han llenado la catedral de la capital cántabra.

También han estado presentes en el templo la mayoría del clero de la Diócesis de Santander, porque, hasta 130 personas, han integrado la procesión de entrada a la catedral que ha cerrado, como siempre en este tipo de actos, el ahora arzobispo de Zaragoza.

A ese clero y, sobre todo, a sus colaboradores en estos siete años, Vicente Jiménez ha recordado en la homilía, en la que ha citado a los miembros del Consejo Episcopal y a su fiel secretario particular.

También les ha dicho a los fieles que para él fue "un honor inmerecido, un don inmenso y una grave tarea" llegar a la Diócesis de Santander, pero ha afirmado que se va "sobrecogido por las tantas gracias de Dios derramadas" en su vida en la capital cántabra y por las "muestras de cercanía, de afecto y de oraciones" a lo largo de su responsabilidad en la Diócesis de Santander y el Valle de Mena.

Vicente Jiménez ha mencionado, además, en su homilía a todos los religiosos y religiosas, al seminario Monte Corbán, a las familias, a las autoridades, y a los medios de comunicación, y ha pedido de nuevo perdón si en algo ha ofendido a alguien.

Ha asegurado que su sucesor -cuyo nombre aún no se conoce- llegará a Santander "con mayor amor, con mejor preparación y celo pastoral" y, por ello, ha pedido a los fieles que le reciban "con el mismo cariño y calor" con el que le acogieron a él.

El nuevo arzobispo de Zaragoza ha finalizado su homilía diciendo a los asistentes que en la capital aragonesa tienen "un amigo" y "casa abierta" y ha afirmado que llega a su nuevo destino con la "fuerza" de la "gracia" de Dios y "con la alegría de poder anunciar y servir la alegría del Evangelio".

Una vez finalizada la misa, un grupo de representantes de diferentes campos santorales le han entregado varias regalos, como la imagen de la Virgen Bien Aparecida, patrona de Cantabria, y un tarro con agua del nacimiento del río Ebro, en la localidad cántabra de Fontibre, como unión de la tierra cántabra con la aragonesa.

Después de casi dos horas de misa, Vicente Jiménez Zamora ha saludado a todos los fieles que han querido despedirse de quien ha sido su obispo durante los últimos siete años.