La muralla medieval que circunda Daroca no para de lanzar señales de socorro. Construida a partir del siglo IX y con ampliaciones en épocas posteriores, es casi un milagro que haya llegado hasta nuestros días, pues está hecha de tapial, es decir, de tierra compactada. Sin embargo, ahí está, con sus cuatro kilómetros de longitud. Pero su estado es, en muchos trechos, deplorable. Y no es extraño que, como sucedió el jueves pasado, se vengan abajo tramos más o menos largos, como si de un castillo de naipes se tratara.

«Estamos continuamente solicitando ayuda a las instituciones, pero con muy poco o nada de éxito», lamenta Miguel García Cortés, alcalde de Daroca, que subraya que el diagnóstico de la situación es de sobra conocido y solo falta actuar para recuperar la muralla. «En el 2013, el arquitecto José María Sanz hizo un estudio completísimo en el que comparaba, mediante imágenes, cómo estaba la muralla hace cien años y cómo está ahora, de forma que es fácil ver el proceso de degradación sufrido y el aspecto que tenía entonces».

La muralla, como otras joyas arquitectónicas de Daroca, está considerada Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural (BIC), de forma que las figuras legales de protección no faltan. Pero eso no evitó que en el 2006 se cayeran 20 metros de un lienzo situado entre dos torreones.

«La situación es tan alarmante que el pasado 13 de marzo enviamos una carta a Patrimonio Nacional explicando lo que pasa», señala García Cortés. «Y a los pocos días recibimos la misma carta devuelta con un pósit que decía Ver con calma», añadió.

Anualmente, el consistorio recibe 50.000 euros para el mantenimiento de la muralla, una cantidad que canaliza la Fundación para el Desarrollo de la Comarca del Campo de Daroca, dependiente del Instituto Aragonés de Fomento (IAF).

Pero se trata, según el alcalde, de una suma «bajísima y claramente insuficiente». «Hay que tener en cuenta que gran parte de nuestro presupuesto, de cuatro millones, se va a gasto corriente, a pagar al personal, principalmente», precisa el responsable municipal.

Además, recalca que el hecho de que Daroca sea una ciudad con especial tratamiento por su alto valor arquitectónico «dispara el coste de cualquier obra que se acometa, pues casi todo hay que hacerlo manualmente, dado que está prohibido el paso de maquinaria pesada». Por todos estos motivos, reconoce García Cortés, la corporación se ve «sobrepasada» por las servidumbres y el elevado coste que entraña mantener la muralla medieval.