Como una moto, el presidente Zapatero decide, debate, viaja, pasa revista a las tropas y consagra en España y el mundo entero un nuevo estilo de hacer las cosas que tiene encandilado al respetable. Acabaremos creyendo que este hombre encarna un nuevo estilo, un verdadero movimiento de regeneración democrática capaz incluso de reconciliar con la política a sectores sociales que permanecían sumidos en el desencanto. Y si no les parezco a ustedes suficientemente entusiasta (que yo creo que sí, que hasta me estoy pasando de entusiasmo) acháquenlo a los resabios propios de mi edad y condición. No sería la primera vez, ni la segunda, que nos caemos del guindo.

Basta con ver cómo se les hincha la vena del cuello a Acebes y a Zaplana, a Camps y a Valcárcel para darse cuenta de que algo muy importante está cambiando en la política española (en cambio Rajoy lo lleva bastante mejor y se está revelando como un prometedor líder de la oposición así se quite de encima la sombra de Aznar). Pero la fiesta no está completa porque el estilo Zapatero aún no ha llegado a provincias ni ha impregnado a las organizaciones territoriales del propio Partido Socialista ni acaba de ser captada por otros ámbitos gubernamentales autonómicos o locales. En Aragón, por ejemplo, la regeneración sólo es parcialmente visible en algunos círculos del Pignatelli (será mérito de Iglesias) y apenas en otras instituciones. CHA contribuye sin duda a mover el tema (aunque no tanto como podría pensarse viendo el entusiasmo y el buen tino parlamentario de Labordeta). IU hace lo (poco) que puede. El PAR sigue soñando en los buenos viejos tiempos del apaño (¿se darán cuenta alguna vez los de Biel que su archirreconocida actividad como agencia de colocación les lleva camino de la nada?) Y en general la impresión es que aquí hace falta pegar un buen meneo parta saltar del politiqueo a la política, del compadreo a la meritocracia y de los cambalaches entre bastidores a la transparencia y la participación social. El PSOE tiene mucho que decir al respecto; ese socialismo aragonés tan renuente, maleado y grupuscular. ¿Por qué no se fijan en Zapatero?