Zaragoza inicia una nueva etapa que estará condicionada por el cambio de rumbo político. El popular, Jorge Azcón, coge el testigo de su antecesor, Pedro Santiesteve, una de las cabezas visibles de los ayuntamientos del cambio que salpicaron la escena municipal de algunas capitales españolas hace cuatro años. Pero los últimos comicios lo cambiaron todo. Y eso tendrá su reflejo, de forma inevitable, en Zaragoza.

Azcón, como es previsible, tomará un camino diametralmente opuesto al que en su día eligió Zaragoza en Común (Zec). Pese a ello, conviene no perder de vista lo principal. En un ayuntamiento que gestiona el día a día de 700.000 habitantes, debería existir puntos sagrados e indiscutibles, independientemente del color político que luzca en la Plaza del Pilar.

Lo digo porque Zaragoza afronta uno de los retos más relevantes para posicionarse como una capital de referencia a nivel nacional y, por qué no, en el ámbito europeo. Y no me refiero a la atracción de talento, turismo, desarrollo económico, respeto al medio ambiente, limpieza de calles y dinamismo cultural, entre otros. Me refiero a trabajar para lograr el bienestar de los ciudadanos. De todos, a ser posible. Algo que debería ir íntimamente ligado al servicio público que encarna la política.

La lucha contra la desigualdad será en los próximos años un termómetro que medirá el desarrollo de las sociedades y de las ciudades. Y, por ahora, Zaragoza no va por mal camino. La capital aragonesa puede presumir de ser una de las urbes en las que se aprecia una menor brecha económica en rentas. Lo dicen los datos de la Agencia Tributaria, uno de los indicadores más fiables hoy por hoy. Las estadísticas del fisco señalan que Zaragoza es la ciudad menos desigual entre las grandes capitales españolas. El análisis de Hacienda -que distingue por distritos postales- refleja que la diferencia entre la zona con menos renta y la más rica de la ciudad ronda los 15.000 euros al año. Y eso, en buena medida, se debe a que la integración en el mercado laboral es más transversal, hay menos paro que en otras capitales y los salarios son más homogéneos, aunque siempre hay excepciones, claro.

Un dato que contrasta por ejemplo con el de las grandes capitales. La desigualdad en la riqueza media alcanza los 69.400 euros entre los distritos de Barcelona y los 63.600 en los de Madrid, muy lejos de los 15.000 de Zaragoza.

VIVIENDA Y RIQUEZA

Los esfuerzos políticos por activar medidas que ahonden en la igualdad de los ciudadanos serán decisivos para la ciudad porque ello redundará en la buena salud de Zaragoza. Por ello, favorecer el acceso a la vivienda, pero también impulsar la redistribución de la riqueza y contar con un sólido sistema asistencial resultará clave para fomentar la convivencia y el progreso de la capital aragonesa.

Objetivos que contrastan con las prioridades iniciales que anunció Azcón a los medios de comunicación tras ser nombrado alcalde de la capital aragonesa. Entre ellas, aludió a una, la reforma del estadio de La Romareda. Seguro que tiene otras más importantes y más beneficiosas para todos.

En cualquier caso, habrá que esperar para comprobar cuáles son los puntos sobre los que quiere incidir el nuevo alcalde a lo largo de los próximos cuatro años, una tarea en la que contará con el apoyo de Ciudadanos, pero también de Vox. Estaremos atentos.