La conciliación de la vida familiar y laboral es todavía una tarea pendiente. El plan de desescalada evidenció la dificultad para combinar ambas facetas, y tras el verano, la situación sigue siendo preocupante. El regreso al trabajo de los padres, el retorno de los niños a los centros escolares y el confinamiento de aulas completas, acentúan el riesgo de dejar a los menores con sus abuelos. Además, la ausencia de actividades extraescolares en la escuela vuelven a poner en evidencia la fragilidad del sistema de conciliación.

«Llevamos dos décadas hablando sobre la conciliación desde las políticas públicas y los avances son escasos», señala el sociólogo Pablo Redondo. Desde su punto de vista, las estrategias de conciliación se resumen en tres vías. En primer lugar, el mercado privado, «recurriendo a recursos privados nos encontramos con que de 0 a 3 años la oferta de centros es escasa», indica. Además, gran parte de las familias tienen que acogerse a las actividades extraescolares, que suponen un esfuerzo económico a veces inasumible.

La segunda vía es acudir a las redes familiares, sobre todo a los abuelos, que se convierten en cuidadores, «un aspecto que la pandemia ha mostrado ser insostenible», opina Redondo. Otra estrategia es contratar a personas cuidadoras, lo que tiene costes económicos muy altos. Mientras que la tercera vía es renunciar a la carrera profesional, una decisión que sobre todo toman las mujeres.

Ahora bien, ¿cuáles son las soluciones? Redondo explica que en el Estado de Bienestar se dan varias. Una es la reducción de jornada laboral, con la consecuente disminución de sueldo y aspiraciones laborales. Otra, la excedencia, que no es retribuida y supone renunciar a tener un salario. Mientras que la tercera es abandonar el mercado laboral. En todas ellas existe una coincidencia: suelen acogerse a ello en mayor medida las mujeres, lo que provoca graves problemas de desigualdad.

Para el integrante del Colegio Profesional Ciencias Políticas y Sociología de Aragón, la principal medida que se debe perseguir para lograr la conciliación es impulsar la corresponsabilidad, «que la tarea de cuidado no recaiga solo en la mujer, buscar la responsabilidad de los hombres. Es lo esencial y lo más difícil de conseguir», defiende.

Otra clave es dejar de pensar en el cuidado como algo privado y que pase a ser concebido como una responsabilidad pública, «lo que llevaría a una mayor implicación política y de las empresas». Lo que daría paso a impulsar las jornadas flexibles para poder armonizar horarios, «pero menos de la mitad de las familias con hijos tiene esta opción», asegura.

Otras medidas pasan por potenciar las ayudas económicas para sufragar los costes de servicios de cuidados y conseguir que en España hubiera empleo a tiempo parcial de calidad, algo que en otros países funciona como medida de conciliación. Asimismo, Redondo pone el foco de atención sobre la aplicación de dos medidas que podrían ser fáciles de acoger de manera inmediata. Una es que la Seguridad Social se encargue de que las excedencias y reducciones de jornada estén retribuidas en un porcentaje para que «sea realmente una forma de reducir tus horas de trabajo para los cuidados» - que ya se viene haciendo en el País Vasco y Navarra-. Otra opción es el teletrabajo como un derecho, que los trabajadores puedan solicitarlo para hacerse cargo de los hijos.

Entre las familias monoparentales la realidad es más dura, directamente la conciliación no existe, según las palabras de Vanessa Bergasa, vicepresidenta de la Asociación de Madres Solas. Para cuidar a los pequeños, algunas establecen redes entre ellas. Desde la administración la opción es reducir la jornada laboral, incluso hasta el 100%, pero son hogares donde solo entra un salario, «y suele ser precario porque ocupan puestos de sectores feminizados, existiendo una brecha salarial». Otra alternativa es la red familiar, «si la tienen», apunta, «porque por ejemplo las mamás de origen inmigrante no cuentan con contactos». Tampoco se pueden permitir contratar a alguien o ciertos recursos privados, «y a nivel público no hay nada», lamenta.

Su reivindicación es la activación de servicios públicos, a los que se acceda en función de criterios de vulnerabilidad. Asimismo, esta asociación está preocupada porque los menores se estén quedando solos, una realidad que se da también en familias biparentales. Afirman no haber tenido nunca tanto volumen de familias sin ingresos y a pesar de haber trasladado la situación, no obtienen respuesta desde la administración.

José de las Morenas, secretario de política sindical de UGT Aragón, defiende que el plan Me Cuida es un escenario a mejorar, por lo que «planteamos que de los fondos de reconstrucción de la Unión Europea se establezcan permisos retribuidos para proteger a todas las familias», explica.

La recién creada asociación de entidades de extraescolares quiere desarrollar una alternativa de modelo de futuro de colegio, atendiendo a la conciliación. Y cree que se están estableciendo desigualdades sociales «brutales» al no darse actividades extraescolares en el ámbito escolar, según Fernando Cabeza, director de Océano Atlántico.

Fapar cree que estas actividades contribuyen a la conciliación. «Fuera de las escuelas ya han empezado y no tiene sentido que seamos estrictos en la escuela y fuera no», dicen.