«Nosotros dentro no lo pasamos ni la mitad de mal que la gente fuera, estábamos muy tranquilos, en ningún momento pasamos miedo». Con esta calma explicaba ayer Miguel Azcona, uno de los espeleólogos rescatados anteayer por la noche tras pasar día y medio atrapado en la cueva turolense de La Obriga, con sus compañeros Félix Montoliú y Marzo Moreno. Ya en su casa de Valencia, sin parar de recibir visitas de amigos para asegurarse de que realmente estaba ileso, el veterano deportista (de 38 años y 17 de experiencia) quitaba hierro al asunto.

Según explicaba, fueron a la zona de Albarracín el lunes, hicieron un par de vías ferratas y su plan era recorrer la cueva y terminar descendiendo otro barranco. Pero la crecida imprevista del lago subterráneo les aguó los planes.

«Habíamos mirado el parte e indicaba lluvias el miércoles. Pero cuando nos faltaba una hora para salir, a las 16.00, vimos que el agua empezaba a subir y al volver vimos que el sifón ya no estaba, que estaba todo taponado de agua», explicaba. Al entrar no tuvieron problemas para pasar, «el agua estaba incluso más baja que otras veces», pero luego llenaba dos cavidades más de lo que suele, hacia el fondo.

Tras verse bloqueados, marcaron el nivel del agua y fueron a zonas más calientes. «Volvíamos cada hora a ver si había bajado, y solo con el trayecto ya entrabas en calor. Comprobamos que no descendía y ya nos preparamos para ser rescatados», contaba. Se hicieron un vivac con una manta térmica, y no tuvieron problemas con las provisiones que llevaban. Las almacenan en depósitos estancos, que además les ayudan a flotar. «Tuve mucha suerte de estar con mis amigos, porque con cualquier chiste se iba la tensión», contaba.

«Dejamos una nota y flechas indicando dónde estamos, y de vez en cuando bajábamos y pitábamos a ver si oíamos algo», recordaba. Finalmente, los buceadores de la Guardia Civil -«que son unos máquinas, porque el agua estaba embarrada y no se veía nada»- les encontraron, «hubo muchas risas y abrazos».

El incidente no parece haberle quitado las ganas de explorar. «Para nada, mañana (por hoy) me voy a una convención de espeleología en Cuenca», afirmaba.