El zaragozano bulevar de Gran Vía y Fernando el Católico es un auténtico horno para sus viandantes un día cualquiera de agosto. El calor no invita casi ni a sentarse en una de las muchas terrazas que lo adornan a lo largo de su recorrido. Los más de 30 grados que marcan los termómetros, cuando no llegan a 40, convierten a está céntrica avenida en una especie de desierto urbano con la diferencia de que está plagado de tiendas, de todo tipo. Uno encuentra prácticamente todo lo que quiere andando de un extremo a otro.

La vida de estos locales ha pasado por muy buenos momentos pero también por otros muy malos. «Horribles». «Para olvidar». Así definen los cuatro años que duraron las obras del tranvía (desde el 2009 hasta el 2011 para este eje), tan aclamado como odiado en esta ciudad. Porque cuando se habla del Urbos 3 pocos son los que se muestran indiferentes.

Antes de que las máquinas cambiarán la idiosincrasia de este paseo la crisis del 2008 ya había llamado a sus puertas. Y ahora, años después, está llamando la del coronavirus, aunque de una forma un tanto más descafeinada que en el resto de barrios.

Pocas son las tiendas que sobrevivieron a unos años en las que sus calles acabaron sitiadas por vallas que ocultaban unos trabajos que se hicieron demasiado lentos para los comerciantes, que veían cómo sus cuentas no cuadraban porque la clientela huía de caminar por una calle plagada de zanjas y trampas.

«A nosotros ni nos veían. Estábamos completamente sitiados», recuerda Marta Lezcano, de la tienda La Silla, un negocio familiar que empezó hace 40 años y que, como bien indica su nombre, vende sillas y sillones de todo tipo. «Y de calidad», apostilla. Está en la esquina de Gran Vía con la avenida Goya y, tras las obras del tranvía, su familia tuvo que vender un apartamento en la playa para sacar a flote el negocio. «Nosotros aún pudimos hacer eso, pero a mi alrededor no queda nada, otra tienda de muebles de cocina y ya está. Todos tuvieron que cerrar», explica desde la puerta de su local. Los negocios del eje del tranvía siguieron con resignación y con los bolsillos temblando porque la crisis del 2008 ya había hecho de las suyas. «Muchos negocios ya estaban flojos cuando empezaron los trabajos y no aguantaron», insiste.

Créditos aún vivos

La pastelería Juma, justo en otro lado de la avenida y ya en el tramo de Fernando el Católico, es otra de las históricas. «Primero la crisis del 2008, luego llegó el tranvía y ahora la del coronavirus. Hay negocios que todavía deben dinero de los créditos que pidieron en el 2008, ¿ahora qué hacen?», se pregunta su propietaria, Rosa María Cebrián. También recuerda con «horror» las obras del tranvía. «En diez años todo lo que nos está pasando», insiste. Aún así su negocio resiste.

Este mes de agosto, quién lo diría, está vendiendo más que el año pasado. «La gente tiene miedo y no viaja. Pero es que al final no moriremos del virus y lo haremos del miedo. No puede ser. Cuando pasamos a la fase 2 se volvió a notar un bajón tremendo de clientes y no hay que olvidar que durante los meses de confinamiento lo pasamos muy mal», explica. Y eso que la pastelería pudo estar abierta, aunque «por responsabilidad» cerró las tres primeras semanas.

Marta Lezcano prefiere no hablar de los meses de cuarentena porque «solo tuvimos gastos». Por suerte, tantas horas en casa ha hecho que muchos hayan decidido cambiar su decoración y ahora tiene bastantes clientes. Lo mismo sucede en la tienda de ropa Cloe, que ha recuperado a su clientela con ganas de renovar su armario.

No puede decir lo mismo María Teresa Ara, famosa por repartir suerte. Es la lotera de la Administración número 24 y espera ansiosa que llegue la Navidad para ver si se puede «recuperar o salvar el año». «Eso de que la gente busca la suerte para recuperarse de la crisis no es verdad porque cuando no hay dinero tampoco lo hay para la lotería». De la crisis del 2008 destaca lo larga que fue y de las obras prefiere ni recordarlo. «Fatal, muy mal». Ahora, dice, «la incertidumbre» les mantiene en vilo. «Nadie sabe qué va a pasar y eso es lo peor».