Quién podría pensar que en plena pandemia del coronavirus, todavía quedarían algunos valientes que mantienen abiertas las puertas de su casa para ofrecer alojamiento a quienes quieran alojarse por un día, dos, una semana o lo que deseen. El miedo al contagio no puede siempre con una oferta como la que ponen en el mercado los dueños de pisos particulares o estancias, cada vez más peculiares, que hoy se pueden encontrar en plataformas como Airbnb en Zaragoza. Un portal que ha llegado a superar las 600 alternativas en la ciudad y sus alrededores y que para un fin de semana como este apenas llega a las 137.

Por pocos euros se puede uno refugiar en un contenedor transformado en apartamento, con terraza exterior y todo ellos instalado en el jardín de una casa más grande del camino de Bárboles de la capital aragonesa, en el barrio de Miralbueno. A diez minutos del centro y con una serie de comodidades que muchos de los clientes del anfitrión, Goyo, agradecen en sus comentarios.

Por 37 euros la noche y otros seis por el servicio, está al alcance, gracias a los confinamientos de la comunidad y de la provincia --y al reciente desconfinamiento de Zaragoza--, de municipios del entorno y de los propios vecinos de la ciudad. Lo mismo que le sucederá a Daniel, que pone en ventanilla la posibilidad de alojarse en una caravana aparcada en un terreno del barrio rural de Peñaflor y que por 19 euros la noche puede tener gancho también. El problema es que el abanico de clientes siempre es reducido. Y aunque parece que han seguido teniendo actividad pese a la pandemia y los confinamientos varios de quita y pon en Aragón, las restricciones les hace competir por el mismo público.

Son las reglas del juego en un momento en el que las exigencias para alojar a clientes y cumplir los protocolos del covid han crecido a la misma velocidad a la que han bajado los potenciales huéspedes. Y, con un sector hotelero que lleva un año sufriendo el impacto del covid en el turismo (con establecimientos incluso abocados al cierre), su presencia en las redes también ha menguado pero sobrevive para unos pocos.

Los precios que se piden ahora también se han reducido, forzosamente, aunque en algunos casos no han dudado en mantener tarifas y lo que han hecho es subir la calidad. Otros lo que han hecho es ofrecer hasta espacios hasta ahora inéditos, como una parcela para acampar. Es en Peñaflor, Daniel, el mismo anfitrión que la caravana, que ese suelo lo deja por 82 euros la noche para acampar hasta 16 personas.

Esta es una de las contradicciones que se encuentran en la oferta. Es complicado que haya familias de 16 personas, o incluso de 7 u 8, y si las restricciones que marca Aragón impiden agrupaciones sociales de más de 6 individuos, cómo se explica que puedan convivir en estos alojamientos. No tanto por esta parcela, hay apartamentos para trece personas en el centro, por 240 euros la noche, O por 315 en el Actur para nueve. Seguro que alguna explicación hay.