Antonio Navas Marín nació hace 65 años en Zuheros (Córdoba), localidad que dejó atrás cuando cumplió la mayoría de edad recalando en Zaragoza, ciudad en la que acabó siendo policía local. Nunca ha olvidado sus raíces. Forma parte de la Casa de Andalucía, de la que un día llegó a ser presidente y es, desde 1997, los ojos de los costaleros que llevan el paso de misterio del Señor de La Humildad. Esta es una cofradía a la que llegó cuando esta tenía el nombre de Caifás, es decir, antes de su refundación. Fue en esa pedazo de Andalucía en la capital aragonesa donde decidió embarcarse en un proyecto de Semana Santa donde se unieran estas dos comunidades autónomas españolas.

Navas mira atrás y reconoce que no se cree el avance de La Humildad en este 2019. Atrás quedan, por ejemplo, la primera vez en la que el Jesús de La Humildad hizo su primera estación de penitencia ayudado de hermanos de esta cofradía, pero también de un equipo de fútbol. «En aquel momento estaba de hermana mayor Ana Martínez y me acuerdo que me dijo, Antonio tú vas a estar al frente porque hay un grupo que va a permitir que vayamos a costal», señala Navas, quien destaca que luego hubo una reunión en un bar del barrio del Actur que pertenecía a un costalero.

Prueba de la voluntad, aunque también de la inexperiencia de los primeros años, fue que los actuales cinco ensayos que realizan los costaleros de La Humildad en aquel momento llegaban a ser 30. Fue en 1998.

Navas no tiene que fingir su acento andaluz para dirigir y animar a las dos cuadrillas de 45 costaleros que cada Domingo de Ramos salen a las 18.00 horas de su sede canónica, el convento de Santa Mónica, en el corazón del barrio de La Magdalena. No obstante, admite que tuvo que «estudiar mucho» para hacer su actual labor de capataz. «Yo vivía la Semana Santa en mi ciudad natal, pero allí no se llevan los pasos a costal, por lo que tuve que aprender a hacerlo» a un modelo que, actualmente, se ha generalizado en el sur de España, salvo en provincias como Málaga y que ha traspasado Despeñaperros para estar presente en ciudades como Zaragoza, pero también en otras de Castilla y León o de la Comunidad de Madrid.

Navas se emociona al recordar aquella primera salida. «Metimos el paso -en aquel momento era una peana pequeña en la que se erigía la imagen de Jesús gubiada por el imaginero sevillano Francisco García de Berlanga quién realizaría el resto de imágenes que forman parte del paso actual de misterio- a la iglesia, di primera vez al martillo y tras espetar un ¡Vámos! las 50 personas que habían detrás no pudimos evitar echarnos a llorar», afirma.

Antonio Navas nació hace 65 años en Zuheros (Córdoba). ANGEL DE CASTRO

Un discurrir que, tal y como señala uno de los protagonistas de la Semana Santa de Zaragoza, «no fue fácil». La novedad de una cofradía con aires andaluces despertó una serie de recelos en la época que, en estos momentos, está superado. Muestra de ello es el calor con el que le reciben los zaragozanos que llenan las calles de La Magdalena y del Casco Histórico para contemplar el momento en el que Jesucristo es condenado a muerte por el Sanedrín, tras haber confesado que él es el hijo de Dios y a su madre, la Virgen del Dulce Nombre de María, bajo palio. Hasta cuatro horas llegan a esperar muchos devotos el Domingo de Ramos frente a la puerta de la iglesia para ver como Navas consigue que salga el paso de misterio por una minúscula puerta. Es gracias a los costaleros que llegan a plantar sus rodillas en el suelo para conseguir que las tres potencias que coronan la imagen del Señor de La Humildad no choquen con un pequeño farol que cuelga del dintel. «Nos gustan las cosas difíciles», reconoce Navas con una amplia sonrisa cuando es preguntado por qué no se quita para aliviar, una parte, el trabajo de los costaleros.

Pero no solo ha aumentado en estos 11 años el cariño de los zaragozanos, sino también el número de hermanos que pertenecen a La Humilidad, que actualmente supera el medio millar. Algo «impensable» para Navas cuando «llegábamos pagar en pesetas para adquirir nuestras imágenes». «Me atrevo a decir que hemos sido una revolución en positivo en la Semana Santa de Zaragoza porque, a partir de nosotros, algunas otras cofradías que no realizaban cultos -quinarios o triduos- comenzaron a realizarlos».

Navas, que desde el 1998 es el artífice de los pasos de Jesús de La Humildad, reconoce que nunca ha pensado en dejarlo, a pesar del sacrificio que ello conlleva. Admite que los Domingos de Ramos «ni come ni bebe» prácticamente, ya que «los nervios de ser los ojos de los 45 costaleros» le superan. «El capataz siempre da la espalda al público, yo solo dejo de fijar la mirada en el Señor cuando me agacho para dar ánimos a mis costaleros», asevera, mientras reconoce es tal la comunión que tiene con la imagen de Cristo «que le habla y que sabe hasta cuando está cansado». «La vuelta a las 00.00 horas hacia el convento es indescriptible, su mirada refleja el cansancio de las cuadrillas y la satisfacción de haber evangelizado en la calle», sentencia.

Navas tiene esperanza en el futuro de la Semana Santa de Zaragoza, aunque también considera que es necesaria una autocrítica «para conseguir que se le otorgue el papel que merece». «En Zaragoza hay 16.000 cofrades y no puede ser que las instituciones nos tengan arrinconados», afirma, mientras considera que debería de haber una mayor inversión en potenciar la imagen de la Semana Santa de Zaragoza porque «no solo es religión, sino que también conlleva turismo y, por lo tanto, desarrollo económico».

Este cordobés solo tiene un deseo, mirar por muchos años al Señor de La Humildad para transmitir su pasión a las cuadrillas de costaleros de esta cofradía que une Zaragoza y Andalucía.