--Su visita no coincide con la presentación de ningún disco, solo por el placer de cantar.

--Que no es poco; bueno, tengo un disco con tono folclórico, del 2012, editado en Argentina.

--¿Qué verá el público que quiera acercarse a las Esquinas?

--Un concierto con repertorio de mis tres discos. Pero siempre inventándote, tratando de hacer de cada recital un acto nuevo. Y llego con un excelente guitarrista argentino, que es Sergio Menem. El concierto se convierte entonces en algo íntimo, con diferentes atmósferas. Uno debe reinventarse todos los días, en función de las condiciones de trabajo que nos ha impuesto este momento tan crítico.

--Usted siempre estuvo habituada a compartir foco con otros cantantes. Ahora las miradas solo se dirigen a usted.

--Eso te proporciona mayor protagonismo y también más vértigo. Estaba habituada a compartir escenario con Joaquín (Sabina) y ahora soy yo la protagonista.

--¿Se atrevería a definir su música?

--Las canciones hablan de lo cotidiano, de lo próximo, del amor y el desamor, con influencias musicales del jazz, del pop y de lo brasileño. Me gustan esos ritmos, esa cadencia del jazz, esas armonías de lo brasileño.

--Me quejo de que raramente puedo escuchar una canción suya en la radio.

--Sí, es cierto. Suenas a veces en las emisoras pequeñas o en Radio 3, pero en las grandes fórmulas es imposible, se mueven con otros parámetros. En realidad a la gente le gusta escuchar cosas que ya conoce, más que descubrir canciones que podrían sorprenderle. Pero así son los tiempos.

--Incluso esto supone una nueva manera de escuchar música.

--Sí, tanto que las grabaciones no se plantean con formato disco, como una obra completa, sino que se tiende a grabar canciones sueltas y colgarlas en la red. Yo recuerdo cuando era jovencita, comprarme un disco y sentarme a escucharlo de arriba abajo.

--Exacto: parece que ahora todo va dirigido a las redes sociales.

--Son nuevas formas de consumo, entendida la música como un ambiente de fondo y no como el centro de tu atención. Y como la música está en todas partes y además es gratuita, hemos logrado desprestigiarla y desvirtuarla. Ya solo se venden discos en los conciertos. Todo ha cambiado, incluido el esfuerzo que hay que hacer ahora para convencer a la gente de que salga de unas casas donde tienen ocio y distracciones.