-Los agricultores llevan días protestando por la situación en el campo. En Aragón se manifestarán el próximo 10 de marzo. Aunque es el Ministerio de Trabajo quien está sentado con las organizaciones agrarias, y no el de Agricultura, ¿cuál es la posición de su departamento ante este problema?

-Sigo pensando que tenemos que defender la reforma de la PAC. Los agricultores tienen toda la razón en sus quejas. Ellos protestan por la insuficiencia de los precios, que es así, pero yo pongo el acento en la consecuencia: las bajas rentas. Hay una brecha de renta que sufren los agricultores respecto al resto de los ciudadanos y para frenarla está la renta agraria, un derecho que recoge la propia Constitución en su artículo 130. El principal instrumento político para ello es la PAC. Se debe reformar en profundidad para hacer frente a este problema.

-¿Cómo va esa reforma? Parece estancada...

-Hemos sido muy beligerantes desde Aragón en la defensa de la reforma. Me gustaría que estuviera más avanzada la aplicación de la PAC en España. Ahí está nuestra postura como Gobierno de Aragón, apoyada por las organizaciones agrarias: supresión de los derechos históricos y la definición de agricultor genuino, que debe ser quien vive de ella.

-¿Qué se está haciendo para garantizar el relevo generacional en el campo?

-Nos preocupa hasta el punto de que defiendo la supresión de derechos históricos y no seguir perjudicando a los jóvenes y a las mujeres. Hemos adquirido el compromiso de desarrollar una ley de agricultura familiar, que sí está amenazada por otros modelos de agricultura que responden a otros objetivos que no contribuyen al sostenimiento del territorio. Es difícil imaginar nuestro medio rural sin la figura del agricultor vinculado al modelo familiar. Es preocupante comprobar cómo el peso de la agricultura familiar sobre el volumen total de la renta agraria va perdiendo peso. Ahora solo es el 10% del total. Una cifra muy preocupante. Es una contradicción, ya que la renta agraria va aumentando al tiempo que los agricultores cada vez la van perdiendo.

-¿Es compatible esa defensa del pequeño agricultor o ganadero con la apuesta que se está haciendo desde el Gobierno de Aragón por las grandes explotaciones de porcino y los macromataderos?

-El reto es hacerlo compatible. El pequeño productor, por sí mismo, no puede acceder a los mercados globales. Solo llega a mercados de proximidad o a cadenas cortas. Por eso tenemos una ley de venta directa. Pero eso es un segmento. El grueso de nuestra producción agroalimentaria lo estamos destinando a los mercados globales, y para eso tiene que haber una conexión entre el modelo familiar y la industria agroalimentaria con estructuras comerciales potentes. Ahí está el reto. Ya está pasando en Aragón con el porcino, el vino o la alfalfa. Tenemos que facilitar que esos procesos no eliminen al pequeño productor ni la agricultura familiar, porque los necesitamos para mantener nuestro territorio y ese marchamo de diferenciación de nuestros productos en los mercados mundiales, de calidad y seguridad alimentaria. Apuesto por un modelo de agricultura y ganadería familiar en la base, pero conectado con las grandes industrias y organizaciones comerciales. Y ahí tiene que jugar también el sistema cooperativo.

-¿Se está reforzando el papel de las cooperativas?

-El mundo cooperativo sin agricultura familiar no tiene sentido. Pero al revés también. Tienen que ir de la mano. Si no, no hay futuro. Tenemos que reforzar el sistema cooperativo porque es la forma preferente para llegar al mercado. Cuando en Aragón hablamos de mercados agroalimentarios estamos hablando de los mercados globales, porque nuestra vocación nos lleva a la exportación. Ya lo estamos haciendo. Un ejemplo es la alfalfa. O el porcino.

-¿Será suficiente el decreto ley de purines para atender el problema medioambiental que puede suscitar tanto residuo animal en Aragón?

-Nuestro decreto apuesta por la utilización del purín como fertilizante. No tiene sentido que los importemos, con el impacto ambiental que conlleva, cuando tenemos los nutrientes en nuestros propios residuos ganaderos, que son la materia prima. Es el paradigma de la economía circular, cuya estrategia acaba de presentar la consejera Marta Gastón.

-En la pasada legislatura se crearon y se modernizando numerosos regadíos. ¿Hay capacidad en Aragón para hacer más?

-Sí. Tenemos un plan de 30.000 hectáreas de regadío. No hablo de 300.000, soy realista. Hablo de 30.000, de las que la mitad ya están comprometidas. Acabamos de resolver una convocatoria de 55 millones de euros. No solo es posible sino que lo estamos haciendo, pero con una magnitud realista. Tenemos que seguir hablando de modernizar regadíos. Es una tarea pendiente, con miles de hectáreas por modernizar.

-¿Ya hay suficientes recursos hídricos?

-Sí, sin duda. Tenemos suficientes recursos, incluso teniendo en cuenta los efectos del cambio climático. Incluso en ese contexto tenemos que apostar más por el regadío. El cambio climático nos trae sobre todo irregularidad y eso hará todavía más difícil sobrevivir a los secanos, por lo que hay que apostar por la regulación de producciones en regadío y los recursos hídricos completando y finalizando las obras de regulación pendientes.

-¿Eso incluye Biscarrués?

-Este asunto habrá que tratarlo en la mesa del Pacto del Agua que se va a convocar. Ya he aclarado que el futuro de Biscarrués es un punto esencial, pero no el único. Hay que definir qué hacemos con él. En el año 2006 se consiguió desatascar Yesa, se acordó por unanimidad la regulación del Matarraña y se llegó a un acuerdo por amplísima mayoría para descartar Santaliestra y apostar por el embalse de San Salvador, que hoy ya es una realidad. Biscarrués no se cerró. Por eso, no se trata de cuestionar el acuerdo de Biscarrués. Es que no hubo acuerdo, se cerró en falso. Lo que sí defiendo es que el sistema Gállego-Cinca necesita mejorar su regulación y entre todos los agentes implicados tendremos que decidir qué hacemos y llegar a un acuerdo. Estoy seguro de que lo alcanzaremos.

-¿La posición del Gobierno pasa por descartar Biscarrués y apostar por Valcuerna y Valdepatao?

-No podemos ir a una mesa con una propuesta previa. No habrá propuesta del Gobierno. Hemos tomado la decisión de sentarnos para buscar un acuerdo. Sí considero que hay que mejorar y completar la regulación del Gállego, porque ahora es insuficiente, y ampliarla no es un capricho, sino una necesidad para garantizar los regadíos de Monegros II y se precisa esa regulación. Ese es mi punto de partida, pero el punto de llegada no lo podemos establecer desde el Gobierno.

-La propuesta de convocar el Pacto del Agua para actualizarlo no parece que haya sentado demasiado bien en Riegos del Alto Aragón, o en algunos partidos...

-Ha quedado claro en las Cortes que hay una amplísima voluntad de diálogo y acuerdo. Estas voces disonantes a las que se refiere demuestra que hay un conflicto, que hay un problema que tenemos que resolver.

-Recientemente el Gobierno de España ha apreciado visos de inconstitucionalidad en el decreto autonómico sobre la caza del conejo. ¿Qué tiene que decir al respecto?

-No nos requieren el conjunto del decreto ley sino dos cuestiones menores: la utilización de alumbrado nocturno, por una cuestión de seguridad y la utilización de cajas-trampa para la captura en vivo. Son dos puntos menores. Por tanto, para mí es una buena noticia de que no se cuestiona la constitucionalidad de los planteamientos generales del decreto.

-¿Qué le parece la iniciativa emprendida por el Ayuntamiento de Épila de pagar por cada cabeza de conejo cazada?

-La propia gravedad del problema lo refleja que hemos hecho un decreto-ley. El objetivo obliga a que los cotos intensifiquen la caza sobre el conejo en aquellos municipios con sobrepoblación. Que cada ayuntamiento adopte sus propias medidas dentro de su autonomía local para reforzar la eficacia del decreto, me parece un ejercicio de responsabilidad.

-¿Tiene algún dato más del convenio de transición justa que se va a materializar en los próximos días?

-De manera general, hablamos con la ministra Ribera en la pasada reunión sectorial. En Aragón estamos siendo exigentes con esa transición justa para las Cuencas Mineras, no me cabe duda de que el Gobierno de España está haciendo y hará todo lo posible y aún tengo menos duda de que nuestra propia sociedad es la que va a lograr que esa transición se haga en las mejores condiciones posibles.

-¿Están trabajando para presentar la prometida reforma del Impuesto de Contaminación sobre las Aguas?

-Sí. Se está trabajando y cerrando el borrador del documento. Se ha revelado con una complejidad que a mí no me ha sorprendido, pero es considerable en el ámbito fiscal. Por prudencia no cabe adelantar nada porque se está ultimando el trabajo técnico que tendremos que poner sobre la mesa el Gobierno. Sí que urge que se pueda trasladar como anteproyecto de ley.

-¿Lo van a presentar pronto?

-Sí, sin duda. Es que el compromiso está, es un punto del acuerdo de gobernabilidad y habrá una reforma del impuesto que se llevará a las Cortes.

-Comparte departamento con sus socios de Podemos, formación que sin duda protagonizó la más encarnizada oposición la pasada legislatura sobre su consejería. ¿Está siendo fácil esa convivencia ahora?

-A los hechos me remito. Estamos trabajando, no ha habido nada que haya llamado la atención y estamos trabajando con una convicción absoluta por las dos partes de que tenemos que trabajar de manera coordinada porque por encima de todo está la estabilidad del Gobierno. Eso es lo que a mí me guía. Por encima de nuestras diferencias lógicas, está la estabilidad y esa es

-Pero las diferencias son, o eran, notorias. Aunque no trasciendan...

-Bueno, sí, claro. Había diferencias y hay diferencias. No puedo decir que hayan desaparecido, pero estamos demostrando que es posible gestionar con eficacia y sin aspavientos aun habiendo diferencias. Porque por encima de todo está la estabilidad del Gobierno y es un ejercicio recomendable gestionar y tener que ponerse de acuerdo cuando se tienen posiciones distintas.

-La despoblación es un asunto complejo y de difícil solución, pero en su departamento hay un área de medio rural. ¿Qué se puede hacer desde el departamento para paliar este fenómeno?

-El mundo va a favor del medio urbano y la despoblación no tiene una solución rápida ni sencilla. Eso demuestra la importancia de las políticas públicas y este departamento tiene muy claro que el reto demográfico y el desarrollo rural no solo puede abordarse a través de las políticas agrarias. Eso es un gran avance. Se está planteando de manera horizontal y esa es la manera correcta de enfocarlo. No hay que crear expectativas a corto plazo porque lo único que se puede conseguir es frustrarlas. Pero estamos trabajando duro. El pronóstico de este problema es reservado.

-Como responsable de las políticas de Medio Ambiente, qué se está haciendo para combatir el cambio climático?

-Desde un Gobierno autonómico lo que tenemos que hacer es alinearnos con las macroestrategias y las políticas nacionales. Eso estamos haciendo. Estamos muy comprometidos con la Agenda 2030 de Naciones Unidas y hacemos estrategias concretas. Por ejemplo, el decreto de los purines es una contribución que podemos hacer. Posiblemente, todo lo que hagamos sea insuficiente, pero no nos podemos agobiar porque es un problema de una complejidad que supera a la propia humanidad.

-¿Es oportuno en este contexto seguir apostando por el sector de la nieve como un motor económico de la comunidad?

-Sobre el cambio climático hay cosas ciertas que todos tenemos claras: la irregularidad y la mayor frecuencia de fenómenos extremos. Es indiscutible y tiene un soporte científico. De ahí a pensar de que ya no va a nevar o no va a llover en Aragón y ya no vamos a tener agua hay un trecho. Yo no he leído en ningún informe científico que eso vaya a pasar. Hay que ser prudente y también serio y riguroso. Hay muchos escenarios posibles, trabajamos sobre predicciones y no creo que la manera de afrontar el cambio climático sea planteando certidumbres y axiomas indiscutibles cuando no lo son. No hay motivos para pensar que en Aragón no va a nevar nunca. Hoy por hoy eso no lo está diciendo ningún experto. Posiblemente lloverá menos y habrá menos recursos hídricos, puede ser, pero no se puede decir que nos olvidemos de los regadíos porque no va a haber agua para regar. Eso está fuera de la realidad.

-¿Cómo ve esa posible candidatura con Cataluña por unos Juegos Olímpicos de invierno?

-Apelar a la colaboración entre dos comunidades vecinas para organizar un acontecimiento de esa magnitud me parece que es un mensaje esperanzador. A partir de ahí, está todo por hacer y plantear.

-¿Eso es algo sostenible?

-En estos momentos, pensar en que alguien pretende organizar unos Juegos Olímpicos sin destacar y resaltar la sostenibilidad ambiental es descalificarse ya de entrada. No se tendría ninguna posibilidad de celebrar una competición de este tipo si no eres capaz no solo de garantizar el cumplimiento de la normativa ambiental, sino de que sirva para mejorar la calidad ambiental.