Era noviembre del 2019 y tras una semana de juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza a Rodrigo Lanza no se le podía condenar por asesinato (25 años de prisión) como pedían las acusaciones en bloque. Un jurado popular consideraba que el acusado no había tenido intención de matar y que la víctima del conocido como crimen de los tirantes, Víctor Laínez, murió por el fuerte golpe en la cabeza que sufrió al caer al suelo del bar el Tocadiscos de la capital aragonesa. La traducción de esos hechos era una condena de 5 años de cárcel por un delito de lesiones dolosas en concurso con un homicidio imprudente con las agravantes de alevosía y motivos ideológicos y la atenuante leve de arrebato. Las partes recurrieron y el procedimiento era anulado por el Tribunal Superior de Justicia de Aragón que consideró que había contradicciones y faltaba motivación. Era una nueva oportunidad para todas las partes, incluido el abogado del acusado que considera que es inocente porque actuó en defensa propia.

Ninguno quiere desperdiciar la oportunidad y eso se ha notado en la repetición del juicio. Parecen casos diferentes y las actitudes han cambiado en todos, especialmente en las acusaciones, quienes no quieren que se repita el mismo resultado. A la fiscala Ana Cabezas, que estuvo al frente del caso en el 2019, se le ha observado una actitud más incisiva en los aspectos clave y muy pedagógica, dirigiéndose al jurado de forma más cercana con un lenguaje menos jurídico. También ha asumido un papel curioso: la de defender a la magistrada María José Gil Corredera de las constantes protestas de cómo está dirigiendo el juicio por parte de Endika Zulueta, abogado de la defensa. Llegó incluso a señalar a este letrado por «seguir la estrategia de la confusión» y «del agotamiento» cuando tomaba declaración a los testigos de los hechos, obviamente de los que declaraban en contra de su cliente. Los que no vieron navaja alguna y los que aseguraron que el ataque de Lanza a Laínez fue «con una saña brutal».

Junto a Cabezas ha repetido David Arranz, diputado de Vox en las Cortes de Aragón y abogado que ejerce la acusación popular en nombre de esta formación, quien también ha cambiado su forma de tomar declaración, llegando incluso a pedir que se le tratara como el letrado de la acusación popular y no el de Vox. Una muletilla que Zulueta siempre usaba en el anterior para destacar que a la víctima «le defendía un partido de ultraderecha» dejando caer que será porque profesaría esas ideas. Arranz espetó que ellos acusan porque es «un delito de sangre» y por «defender la libertad de lucir una bandera de España sin ser atacado». Sus preguntas siempre han ido dirigidas a aclarar cuestiones del interrogatorio de la fiscala y los abogados de las acusaciones que le preceden en el turno de palabra y que han podido quedar difusas.

Quien es nuevo en la vista oral es José Luis Gay, un abogado perteneciente a los servicios jurídicos del Gobierno de Aragón y que suele estar al frente de las causas penales. En la anterior ocasión estuvo de baja y no pudo participar dejando su papel en manos de la Fiscalía. Como actor civil (defiende que Lanza abone a la DGA los gastos sanitarios generados de la atención en el hospital Clínico a Víctor Laínez, quien falleció a los días) no ejerce como acusación, pero no se lo ha puesto nada fácil al abogado de la defensa Endika Zulueta.

Cada vez que el letrado de Lanza ha esgrimido un artículo de la Constitución, mayormente el 24 que habla de la tutela judicial efectiva para evitar la indefensión, Gay ha sacado a relucir la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Ley del Jurado o del ordenamiento civil para rebatirle. Con ello ha conseguido, por ejemplo, que Lanza haya declarado desde el banquillo de los acusados y no desde el estrado como en el anterior juicio. Era una cuestión importante para Zulueta, ya que, tal y como reconoció, no hay que generar sensación de culpabilidad de un acusado. Sí que le concedieron que le quitaran las esposas, aunque hasta la Policía Nacional estaba en contra de ello. Tampoco se le ha permitido a Zulueta parar el juicio a mitad de una declaración de los forenses y los peritos de parte porque, tal y como señaló Gay, «la ley establece unidad de acto» para evitar «que se puedan redirigir a favor de las partes algunos testimonios o informes».

Junto a este letrado han resaltado también dos penalistas zaragozanos con experiencia a sus espaldas. De hecho, no hay caso de entidad en la comunidad autónoma en el que no hayan estado presentes como acusación o defensa. Se trata de José Luis Melguizo y Enrique Trebolle, quienes, a pesar de estar en despachos diferentes, parecen uno, repartiéndose los papeles con precisión. No estuvieron en el asunto antes, pero ya lo explicó Melguizo: «He hecho de tripas corazón y he entrado a en la causa a defender a un amigo con el que cenaba y de quien aseguro no era ningún nazi».

Informe forense a rebatir

Melguizo, con más de 30 años de experiencia, y Trebolle, con más de 40, han demostrado a lo largo de las intensas jornadas de juicio la importancia de las pequeñas cosas de cara a un juicio con jurado al que se dirigen mirándoles a los ojos. En el interrogatorio de Lanza no pudieron enseñar su característica forma de tomar declaración, especialmente incisiva y detallista, porque el procesado solo quiso contestar a las preguntas de su abogado. Se desquitaron con los testigos propuestos por el encausado a los que hicieron entrar en contradicciones gracias a un rápido análisis de cada una de las palabras que estos señalaban y que los abogados inmediatamente comparaban con lo que en su día dijeron ante la Policía Nacional y en el juzgado.

El resultado del anterior juicio ha estado muy presente en las mentes de estos letrados, que sabían que el informe de los forenses y peritos de la defensa hizo inclinar la balanza judicial del lado de Lanza. Para evitar que se repitiese, presentaron a estos médicos legales «como personas que no tienen interés en el caso porque cobran igual al final mes» y apoyaron los informes de estos especialistas con los del médicos de renombre nacional e internacional que apoyan su teoría de que fue un asesinato. Así quisieron desdibujar a los facultativos aportados por la defensa.

Una labor, la de las acusaciones en general, que ha hecho que se le haya visto visiblemente nervioso a Rodrigo Lanza e, incluso, a Zulueta, que en su anterior juicio mostró unas formas de defender que nunca se habían visto antes en la Audiencia de Zaragoza y que le permitió anular a sus contrarios. Esta semana habrá un nuevo veredicto. Veremos quién ha aprovechado esta nueva oportunidad.