La variante norte divide a Jaca y a los jaqueses. El movimiento social que se opone al trazado aprobado en el 2005 por el Ministerio de Fomento insiste en pedirle a este que reconsidere su decisión y propone un recorrido alternativo por el sur de la ciudad aduciendo que generará menos perjuicios a los residentes y al paisaje.

El PP, en la oposición en el ayuntamiento, aboga por estudiar sin dilaciones cuál es la mejor solución para la unión de la autovía de Huesca y Zaragoza (A-23) con la de Pamplona (A-21), dado que el tramo pendiente debe discurrir por las inmediaciones de la ciudad pirenaica.

Mientras, el ayuntamiento, gobernado por el socialista Juan Manuel Ramón, sostiene que la variante norte es «la menos mala de las opciones» y subraya que «urge empezar a construirla ya» por razones de seguridad vial. «Cuando esté el tramo de Monrepós terminado el año que viene, se prevé un aumento notable del tráfico pesado», explica el alcalde. «Y si para entonces no se ha terminado la variante, los vehículos cargados con materias peligrosas pasarán por zonas habitadas, con colegios, hoteles y comercios», advierte.

COMO LA CIUDADELA // «En Jaca, la gente no se da cuenta de los destrozos que va a causar la autovía tal y como está concebida», apunta Margarita Langa, presidenta de Jaca Sin Perder el Norte, la entidad ciudadana que agrupa a los afectados directamente y a todos los vecinos y residentes temporales que quieren preservar la entrada al valle del Aragón, donde confluirán la A-23 y la A-21.

En ese lugar, situado en el acceso a Jaca por la carretera de Francia, está previsto construir una gran intersección «que tendrá la misma extensión que la ciudadela, con los glacis incluidos».

Los residentes afectados poseen viviendas en la parte norte de la ciudad, a un lado y otro de la actual N-330. Creen que si sale adelante la propuesta aprobada por Fomento sus propiedades se devaluarán por el ruido y la contaminación que entraña una vía de alta capacidad con cuatro carriles. La mayoría asegura que, cuando adquirieron sus casas, se les ocultó que en el futuro pasaría una gran infraestructura, algo que niega el alcalde Juan Manuel Ramón. «Compraron sabiendo los planes que había», señala.

«Existe una gran preocupación por la forma en que se decida finalmente construir la variante», manifiesta Víctor Barrio, portavoz del PP en el consistorio de Jaca, que critica que, «desde el 2000 al 2007, se dejaran levantar edificios en la zona norte».

En su opinión, Fomento debe revisar sus planes iniciales a la vista de que, desde que empezó el siglo, la ciudad ha ido creciendo hacia el norte, además de junto a la carretera de Pamplona.

«Ahora lo principal es que, se decida lo que se decida, no se perjudique al turismo ni a la forma de vida de Jaca», recalca.

Margarita Langa destaca que Jaca Sin Perder el Norte ha conseguido más de 2.000 firmas para pedir una variante por el sur. «Si se hace por donde está previsto habrá que demoler edificios, se perjudicará a la huerta local y se atravesará una zona protegida», afirma. Para ella, el puente proyectado sobre el río Aragón será «un mamotreto».

La obra, de ocho kilómetros, costará 114 millones, una cantidad que se explica por las dificultades técnicas, pues incluye tres enlaces, tres viaductos, un túnel bajo el hospital y otro para preservar el Camino de Santiago.