El rastrillo del Pignatelli es una acumulación de objetos de lo más variopinto (algunos, de dudosa procedencia) que se extienden por el suelo sobre sábanas, mantas y telas. En este desordenado y poco ortodoxo mercadillo pueden verse desde un ordenador hasta un mozo perchero o galán, pasando por lavadoras portátiles de hace unas décadas, libros de segunda mano, bolsos, zapatillas, mochilas o teléfonos. Cachivaches varios que en ocasiones han llegado a colgarse de la verja del Pignatelli, según fuentes consultadas.