Las fiestas del Pilar no llegan a Parque Goya. Hasta el año pasado, algunos de los días de esta semana los cabezudos, con sus látigos y coplas, recorrían algunas de las plazas del barrio. Ahora, ni eso. Solo el pañuelo a cuadros de Mariana Bernal, vocal de la asociación vecinal del distrito, hace recordar que en Zaragoza se está en fiestas. La independencia del extremo norte de la ciudad queda patente también en esto.

En Parque Goya las cosas fueron complicadas en los comienzos, pero ahora que ya casi ha superado la adolescencia (los primeros colonos llegaron hace veinte años) sigue teniendo reivindicaciones pendientes. La principal es la del centro cívico. Los carteles reclamando su construcción lucen en la mayoría de los comercios del barrio. Sin embargo, los compromisos al respecto son más bien escasos. Compromiso político habrá, sin duda. Hechos no, tantos.

Para compensar esta especie de dejadez a la que se enfrentan los que viven en la periferia, los vecinos han promovido un tejido asociativo de inusitado vigor. Por eso esta semana han celebrado por todo lo alto haber llegado a los 800 socios en su asociación. No es poca cosa, pese a lo que pueda parecer. Los cálculos, aunque sea en números redondos, no fallan. En un distrito en el que viven unas 9.000 personas en 4.000 viviendas, la agrupación tiene presencia en casi el 25% de los hogares. Pocas zonas, por mucho prestigio asociativo que lleven a sus espaldas, pueden presumir de algo así.

Cuadrante saturado

El proyecto estrella de los ¿parquegoyanos? es su casa del barrio, totalmente autogestionada y con actividades para todos los gustos. Está compuesta por unos barracones de obra que desde el 2015 cuando la pusieron en marcha han evolucionado hasta transformarse en un espacio acogedor. En la zona habilitada para despachos un cuadrante dibujado en una pizarra sirve para poner orden en la oferta de ocio: desde una escuela de rock hasta cursos de costura.

El presidente de la asociación vecinal es Jesús Trasobares. Entusiasta del distrito, esta semana ha tenido que echar horas extra para instalar los estores en las ventanas recién renovadas de la casa del barrio. Está involucrado en el movimiento vecinal desde el comienzo, siempre con el reto de destacar en el distrito del Actur, del que dependen, pues su peso en el resto de la ciudad es «muy grande».

La Escuela de Conocimientos es uno de esos ejemplos canónicos que sirven para demostrar que las iniciativas sociales pueden cambiar un distrito. Los propios vecinos ofrecen sus habilidades, aficiones o experiencias a otras personas simplemente por el placer de compartir y crear tejido social.

Aquella biblioteca comunal

La casa del barrio es el epicentro de toda esta actividad. También cuenta con su cartel de Centro Cívico Ya. Y con algunas chapas recordando que No es No. En un rincón paneles grafiteados de alguna actividad anterior, junto a una mesa plegable de pimpón. En el corcho de anuncios está colgada una portada de este diario con el titular Imparables de una pasada huelga del movimiento 8M. «Siendo un barrio tan pequeño hemos estado muy limitados, no ha sido fácil lograr los servicios necesarios», señala Trasobares.

Los vecinos del extrarradio zaragozano no tienen fiestas del Pilar. A cambio exprimen al máximo su talento. No se puede olvidar que fueron capaces de montar una biblioteca vecinal (BiVe) con libros donados. Llegaron a los 3.000 volúmenes, una cifra nada desdeñable. En el 2015, con una llamativa cadena humana, los trasladaron al edificio municipal Félix Romeo, cerrando la exitosa experiencia.

Son conscientes de su situación y no tienen inconveniente en bromear con el asunto. Lo más normal es que les digan que viven en Huesca. Aunque también han escuchado eso de que son el culo de Zaragoza. Pese a todo, con la tranquilidad de un barrio que intenta superar la etiqueta de ciudad dormitorio, reconocen estar integrados en la vida de la ciudad.

Los proyectos para el futuro siguen a buen ritmo. La agrupación destaca por la presencia de mujeres, hasta el punto de que han impulsado un espacio propio en el que desarrollar sus reivindicaciones.