Las tiendas de compro oro también realizan sus propias vigilancias. No solo para evitar una sanción que les lleve al cierre, sino también para no perder dinero. La ley establece que durante los quince días que la joya vendida está en depósito esta tiene dos propietarios: su dueño inicial y el comercio, finalmente.

Diana Ibáñez trabaja como supervisora de tiendas de una cadena que tiene dos establecimientos en Zaragoza, en la calle Hernán Cortés 5 y en la avenida Madrid 99. Asegura que lo primero que se realiza cuando un cliente está interesado en vender un objeto de oro es pedirle el DNI. «No nos vale una tarjeta de crédito o el carnet de conducir, es necesario, porque así nos lo pide la Policía, que esté una dirección en la que localizarle».

Tras ello le piden que firme un contrato en el que acepta el precio de la transacción y que los objetos no son robados. «De esta forma nos cubrimos las espaldas, lo advertimos porque ir contra esta gente es muy fácil, ya que nos han dado todos sus datos», apunta, mientras resalta que en alguna ocasión han ejercido su derecho a presentarse como acusación particular contra una persona. En esos casos, el ladrón responde a la denuncia del propietario de la joya y también del comercio en cuestión.

El caso de los extranjeros es especial, ya que se les solicita tanto el DNI de su país de origen como el carnet verde español.

Ibáñez destaca que el perfil de la persona que elige este tipo de establecimientos es muy variado. Durante la crisis había mucha persona mayor que ponía en nuestras manos su oro para poder ayudar a sus hijos, ahora las necesidades son muy diferentes», recalca. Desde el joven que decide vender su anillo de la comunión porque no sabe qué hacer con él hasta las hijas o nietas que heredan unos enseres que están pasados de moda y que no van a llevar. Reconoce que de cara a fechas señaladas en el calendario en las que se incrementa el gasto, como pueden ser las vacaciones o los regalos de Navidad, los servicios que ofrecen son más demandados.

En la actualidad, este tipo de tiendas se reivindican y piden que no les traten como usureros. De hecho, Ibáñez resalta que ellos también venden joyas a precios «asequibles», ya que «son de segunda mano y nosotros no hemos tenido que hacer la labor de un taller especializado».