El preso fugado de Zuera en agosto y capturado la semana pasada de nuevo en la estación Delicias de Zaragoza vuelve a ser protagonista, ya que se ha declarado en huelga de hambre indefinida. Benito Ortiz Perea está ingresado en el módulo de enfermería de la prisión zaragozana y según sospechan los funcionarios de la instalación, se trataría de una estratagema con la que evitar las previsibles sanciones que le esperan por su huida. Ortiz Perea está abocado a entrar de cabeza en el llamado Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), lo que precisamente no aliviará su futuro penitenciario. Casi con toda seguridad será trasladado de centro o, caso de permanecer en Zuera, pasará al módulo de aislamiento propio de los presos más peligrosos. Es probable que Ortiz Perea pretenda con su huelga argumentar motivos de salud para perpetuar su estancia en la enfermería.

En Zuera, en la actualidad, también están internados sus hermanos Pedro y Antonio y se da la circunstancia que un cuarto hermano, de nombre Emilio, se quitó la vida estando preso en Zuera hace catorce años; y lo hizo tras mantener una huelga de hambre. Fuentes cercanas al caso han explicado esta mañana a este diario que Emilio Ortiz Perea, que entonces tenía 45 años, se “cosió los labios” para llevar a cabo su huelga de hambre y que tiempo después se ahorcó en las duchas del centro penitenciario colgándose con un cinturón, en el mes de noviembre de 2004.

Benito Ortiz Perea se fugó el pasado 28 de agosto de la cárcel de Zuera, aprovechando su regreso al centro penitenciario, tras ser asistido en Urgencias del Miguel Servet de la capital aragonesa por un dolor estomacal. La huida, campo a través, se produjo de madrugada en la zona de acceso a la macrocárcel. Durante los 54 kilómetros que separan el hospital Miguel Servet y la prisión, el preso mantuvo una actitud que no hacía presagiar la fuga de película que finalmente cometió. Fue en el momento en que el vehículo sanitario se encontraba en la puerta de acceso al centro penitenciario y el coche de la Benemérita se retiraba de la escolta que había realizado durante todo el recorrido, cuando Benito Ortiz Perea abrió las puertas de la ambulancia y salió corriendo campo a través. Había conseguido quitarse hasta los grilletes que llevaba.

Volvió a ser capturado el miércoles de la semana pasada en la estación Delicias, cuando pretendía tomar un autobús rumbo as Valencia. Su extraño comportamiento es lo que delató a los agentes del Cuerpo Nacional de la Policía que realizan las labores de vigilancia de dicho emplazamiento. Cuando se acercaron al hombre, este les contestó de forma nerviosa, lo que les generó, todavía, más reparos. Posteriormente comprobaron quién era realmente ese hombre, de 61 años. Tras unas breves horas en las dependencias de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, los agentes le trasladaron ante el titular del Juzgado de Instrucción número 11 de Zaragoza, en funciones de guardia, que decretó su ingreso en prisión por un delito de quebrantamiento de condena.

Benito Ortiz Perea, miembro de uno de los clanes de delincuentes más violentos de Aragón, estaba cumpliendo una pena de 182 días de cárcel por un delito de quebrantamiento de condena. Además, todavía tiene pendientes de cumplir otros 25 años y 8 meses de cárcel por el secuestro de una mujer en la capital aragonesa en el 2016 y el posterior atraco a una armería en Huesca, en el que resultó herido el propietario del negocio.