Mariano Rajoy y Françoise Hollande no fueron una excepción y, como sus antecesores en la última década, tuvieron a bien incluir en su declaración conjunta una mención expresa a la travesía central del Pirineo. Al igual que hicieron José María Aznar y Jacques Chirac y posteriormente José Luis Rodríguez Zapatero y Nicolas Sarkozy, los principales dirigentes de ambos países rubricaron en su anual cumbre hispano-francesa la confirmación de "su deseo de finalizar la fase de estudios actualmente en curso sobre la travesía ferroviaria central, cuyos resultados están previstos para finales de 2015, y se congratulan por el comienzo este año del análisis territorial y por la reciente adjudicación del estudio de contexto territorial. Las actividades vinculadas con estos proyectos continuarán en los próximos años".

Un sencillo análisis del contenido de la declaración ratifica el empeño real de ambos gobiernos durante los últimos años: sin calendario concreto, a pesar de que desde el 2003 se ha esperado que se incluyeran fechas; hablan únicamente de fases de estudios, y más que una firme voluntad política se habla de deseo.

Así ha sido en las reuniones al más alto nivel de otras ocasiones. Solo en el 2012 se cayó de la agenda y de la declaración conjunta. En el resto de años, al menos desde que empezó el siglo XXI, ha habido menciones más o menos expresas, pero avances, pocos.

Los más importantes, la creación en el 2008 de una Agencia Europea de Interés Económico que abría a la iniciativa privada la travesía central y que ha servido para elaborar estudios e informes. Fue precisamente a partir de ese año cuando se desterró el viejo concepto del túnel por el Vignemale y se acordó la denominación actual de travesía central.

Sin voluntad política más allá de la expresión de que se desea que haya financiación europea, Bruselas no ha considerado este eje como prioritario y lo ha aparcado para el horizonte del 2050. Ni siquiera en la cumbre que se celebró en Zaragoza, se arrancaron más compromisos que el de la petición de fondos de Europa. Tal vez en el 2009 se diera algún avance más, al licitarse diversos estudios. Hay más de una docena sobre posibles trazados y analizando el impacto de los mismos. Pero nada más.

No han corrido mejor suerte otros proyectos vitales para Aragón y que apenas han sido impulsados desde estas cumbres. Es el caso del Canfranc, proyecto por el que Francia nunca ha mostrado un interés mayor que el de citar --por interés de España-- que es un proyecto suprarregional, o las carreteras. Eso sí, tanto España como Francia van a avanzar, y así se recogió en el 2014, en impulsar dos grandes líneas de alta tensión por territorio aragonés. Y, posiblemente, eso sí vaya a velocidad de crucero.