Un año más esperamos que los políticos nos definan cuál es el estado de Aragón. Como si ellos poseyeran en exclusiva algún don especial para describir y analizar nuestra realidad presente y futura; como si ese debate que ha de comenzar en las Cortes el día 14 no fuese ya sino una mera rutina de cada temporada sujeta a un guión absolutamente predeterminado.

Se presiente que vamos a presenciar una trasposición descafeinada del toma y daca que se traen entre manos el PSOE y el PP a escala nacional, con las demás formaciones relegadas a papeles secundarios. El Gobierno intentará demostrar que la comunidad está en estado de muy buena esperanza y la oposición replicará que la preñez es pura ventosidad. Lo de siempre.

A la hora de discutir sobre el estado de la comunidad desde una perspectiva institucional, los actuales protagonistas de la película arrastran el problema de que casi todos ellos (juntos y a menudo revueltos) tienen notables grados de responsabilidad en la actual situación (incluida Chunta, que poco a poco va dejando atrás la cándida adolescencia). Lo cual dificulta la polémica razonable, pues ¿quién tiene o no tiene la culpa de las transferencias que llegaron infradotadas económicamente, del proverbial desorden de la administración autonómica o de las concesiones a Madrid que se han prodigado desde el Pignatelli siempre que hay colegas mandando en el ombligo de España?

Hay otros factores que agregan cierta confusión a cualquier profundización en el estado de la comunidad. Por ejemplo la duplicidad de los datos macroeconómicos en una región que nunca va ni muy mal ni muy bien sino todo lo contrario. O la relatividad objetiva del poder político, incapaz de predecir con exactitud dónde y cuándo descargarán las tormentas más destructivas o de reducir las listas de espera sanitarias (agosto sería un buen momento, mas los pacientes se van de veraneo y no aparecen por los quirófanos). Y además, que las cosas no son o blancas o negras sino entreveradas. Ahí está la gestión del medio ambiente, que en tantas cosas es un desastre pero en la lucha contra los incendios forestales viene siendo excelente. Fíjate tú.

(Continuará)