Será éste un debate regional sobre el cual ya no planeará la amenaza del trasvase. Tal afirmación, por cierto, suele hacerse con bastante displicencia, como concluyendo: A otra cosa, mariposa. Pero no debería echarse en saco roto el hecho de que, por vez primera desde que vivimos en democracia, Aragón ha logrado imponer su punto de vista sobre una cuestión de Estado , incluyéndolo primero en el programa de uno de los dos grandes partidos, y luego en la acción del Gobierno central. Se podrá decir que en ello tuvieron mucho que ver Maragall, Esquerra y los intereses tácticos del PSOE; pero el mérito de Marcelino es muy notable. La victoria contra el PHN aznarí no puede relegar por siempre el resto de los asuntos; más tampoco debería dársele carpetazo alegremente, ni menos olvidar en los análisis de actualidad el hecho de que el PP aún no ha rectificado su posición trasvasista ni ha reconsiderado con intención autocrítica su nefasta e ineficaz gestión hidrológica durante los ocho años que estuvo en el poder.

La cuestión radica ahora en que si el trasvase del Ebro comportaba en lo material y en lo simbólico la definitiva marginación de los intereses aragoneses por la Administración central del Estado, el fin de tal amenaza habría de llevarnos a la situación contraria. Es decir, que el mismo Gobierno que ha tenido la lucidez y la valentía de anular el PHN debe tener ahora la voluntad de ser justo con Aragón. Que ya va siendo hora.

Como va siendo hora de que Iglesias, en un momento clave de su trayectoria personal y de su liderazgo político, dé un paso adelante y actúe en Aragón como Zapatero está actuando en el conjunto de España: tomando decisiones, lanzando propuestas, abriendo diálogos y arriesgándose. El señor presidente de la DGA está obligado a marcar nuevas y más ambiciosas metas para su actual mandato. Debe dejar de distraerse con su vocación de templar gaitas y su deseo de mantener contentos a todos los poderes fácticos, para proponernos la modernización social y cultural de esta tierra y el inicio de una nueva época más abierta, más democrática y mas rica... para todos.

¡Más le valdría!