La situación amenaza con eternizarse. Si el sábado pasado fueron detenidos cuatro jóvenes en una protesta surgida por el arresto de otros tantos, en viernes, ayer fueron cinco --al menos hasta el cierre de esta edición-- los que fueron conducidos al calabozo tras una nueva marcha.

La conexión entre la protesta y los disturbios es inevitable, por zona, por horario y por precedentes; aunque a la vez es injusta, ya que la marcha, que congregó a más de mil personas --800, según fuentes de la Delegación del Gobierno-- por el centro de Zaragoza transcurrió de forma impecable, con gritos y protestas como única agresión. Tras finalizarla, sin embargo, un grupo de jóvenes fue más allá.

Lo que motivó el inicio de las hostilidades fue la agresión a un agente de la Policía Local, al que un menor tiró una piedra en la plaza San Miguel. Según fuentes policiales, el que tiró la piedra o botella (según las fuentes) debía de ir a cara descubierta, porque lo identificaron plenamente desde el lanzamiento hasta la posterior detención.

Lo persiguieron hasta un bar de la calle San Miguel donde se había refugiado y le arrestaron. Al poco tiempo detenían a otros tres chicos, solo uno mayor de edad, que presuntamente le acompañaban, aunque estaban en la plaza de los Sitios. A todos ellos les imputaron un delito de desórdenes públicos, y al presunto autor material de la agresión también uno de atentado contra la autoridad.

Los Bomberos de Zaragoza acudieron a auxiliar al agente herido. Finalmente no precisó ser trasladado en ambulancia al hospital, aunque sí fue atendido en la MAZ por una contusión en la cabeza.

Coincidiendo con la agresión y el inicio de la búsqueda policial se reprodujeron los altercados del fin de semana pasado en el entorno de la Magdalena y el Coso Bajo. Allí, pequeños grupos de jóvenes volcaron varios contenedores y prendieron otros tantos, aunque la propia Policía utilizó sus extintores y evitó la intervención de los Bomberos. Sí tuvieron que hacerlo por el incendio de uno en la esquina de las calles San Ignacio de Loyola y el paseo Constitución.

CONTENEDORES Por la quema de uno de estos depósitos, en la calle Verónica, fue arrestado el quinto joven, cerca de la medianoche. Al cierre de esta edición no habían trascendido más datos sobre su identidad o las circunstancias de la detención. La Policía mantenía ya una fuerte presencia en la zona y no se descartaban nuevas detenciones a lo largo de la madrugada.

La violencia fue un epílogo lamentable a una marcha que, por lo demás, había seguido el guión de "buena voluntad" que habían pactado los convocantes --las asociaciones de vecinos de Actur-Puente de Santiago y Lanuza-Casco Viejo-- y la Policía. Los colectivos fueron gritando sus lemas característicos --Stop Desahucios, CNT, Puyalón de Cuchas...-- a lo largo del Paseo Independencia, el Coso y la calle Alfonso, haciendo las oportunas paradas ante los bancos --¡"ahí está, la cueva de Alí Babá", gritaban--, la casa de la Consejera y la delegación del Gobierno. Allí leyeron el manifiesto, pidieron la dimisión de Gustavo Alcalde y disolvieron la marcha. Pero anunciaron que su lucha por el fin de la represión policial continuará.