Dos de los tres acusados por integrar la trama de fraudes a los seguros del hogar que se desarrolló en Aragón entre el 2005 y el 2012 han sido condenados por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza a un año de prisión por delitos de estafa y cooperación en la falsedad de los partes. Se suman así a los otros 55 implicados que ya reconocieron los hechos, y fueron condenados a penas que oscilan entre los cuatro meses y los cuatro años y medio para Eduardo P. C., el cerebro del fraude. Precisamente su esposa ha sido la única absuelta en la sentencia, al no quedar probado que tuviese conocimiento de los hechos.

Los dos condenados que quedaban pendientes han sido absueltos de pertenencia a grupo criminal, al no demostrarse que estuvieran integrados en la estructura, y de algunos de los fraudes que se les imputaban, al ser compatibles con episodios reales. Han sido condenados por sendos partes falsos, uno por un accidente de coche contra una casa que en realidad no existía (era un solar) en La Puebla de Alfindén, y otro por unos daños por agua en una casa que no era suya.

La trama estuvo liderada por Eduardo P. C. y en un segundo nivel por Antonio B. R., ambos peritos de seguros de hogar. Ambos, conocedores de la dinámica de los peritajes y las indemnizaciones, fueron reclutando a familiares y conocidos para que dieran falsos partes de incidencias domésticas, cuyo peritaje realizaban ellos y pasaban a las compañías, que abonaban los desperfectos. Así, fueron acumulando un fraude que se estimaba en 1,8 millones de euros.

La cantidad fue devuelta casi en tu totalidad (a Eduardo P. C. le condenan a reintegrar 236.000 euros, aparte de 500.000 de multa), lo que ha conllevado una rebaja de las penas por reparación del daño, aceptadas por la mayoría de los acusados.

Cuando las compañías y la Policía indagaron los hechos en viviendas por varias partes de Aragón, descubrieron multitud de inconsistencias. Desde daños en pisos de abajo de viviendas que en realidad eran primeros sin bajo, hasta casas que no existían, o a nombre de dueños ficticios, pasando por partes de desperfectos por lluvias y granizadas que no existieron o intervenciones de bomberos inventadas.