Cuando el Cuerpo Nacional de Policía identificó al sospechoso del crimen de la calle Princesa, los agentes rápidamente le relacionaron con su padre, conocido en la capital aragonesa por las numerosas detenciones a las que ha estado sujeto,

En el informe de atecedentes penales de este hombre, identificado como Francisco Manuel G., se señalan una docena de arrestos por la comisión de delitos como robos con violencia e intimidación, atentado contra la autoridad, drogas, amenazas y drogas. Llegó a ser buscado en una ocasión en el marco de una investigación por veiolencia de género.

Hace un mes este hombre fue condenado a 23 meses de prisión. Consiguió, según el Juzgado de lo Penal número 6 de Zaragoza, estafar junto a una amiga, Vanessa G. M., 3.400 euros con una tarjeta de crédito extraviada, gracias al error cometido por una empleada del banco, que estaba en ese momento en prácticas. Reconoce la jueza el «error» de la empleada del banco, si bien añade que «independientemente de ello, está acreditado que los acusados, tras apoderarse de documentación que no era la suya, fueron después al banco a conseguir sacar dinero».

«Lo hicieron dos veces en la misma oficina, por lo que emplearon un engaño bastante para conseguir su propósito y que lo hicieron mediante una falsificación de la firma», añade la magistrada, que destaca el «modus operandi lleno de engaños y falacias». Su abogada, Carmen Sánchez Herrero, se mostró insatisfecha con el fallo por considerar que los hechos no constituyen un delito de estafa por ser «burda» y porque el fallo lo cometió el banco. Es por ello que se planteó recurrir la sentencia ante la Audiencia Provincial de Zaragoza.

Según la Policía Nacional, Vanessa G. M. y Francisco Manuel G. P. se dedicaban a principios del año pasado a robar al descuido carteras y teléfonos móviles en La Almozara. Era, aparentemente, su modo de vida hasta el día en el que la suerte en forma de cajera en prácticas se puso de su lado.