Aunque el censo marca 116 habitantes, la realidad en diciembre es mucho más dura y no llegan a 50 las personas que viven en Pancrudo (Teruel), un ejemplo más de la España despoblada donde, sin embargo, es posible olvidar la soledad. El festival Gaire lo conseguirá este fin de semana por el amor al arte.

Mirando al cielo y al termómetro afrontan los organizadores la décima edición del Festival Internacional de Artes Escénicas de Pancrudo, Gaire. "Cuando manejas un presupuesto como éste, la previsión del tiempo acongoja", apunta el alcalde, Julián Sancho.

El presupuesto, de más de 50.000 euros, incluye la actuación de 23 compañías (de España, Francia o Gran Bretaña), su alojamiento en el pueblo y alrededores y la logística que conlleva un evento como éste.

Cuentan con el apoyo de instituciones y de empresas, tanto locales como regionales, que responden al empuje de este pueblo en el que trabajan todos: en la búsqueda de grupos desde el mes de enero, en el montaje que comienza dos semanas antes y en la venta de camisetas, de bocadillos y de comidas estos días, con las que el público colabora para costear las actuaciones que se ofrecen de manera gratuita en las calles.

Sancho reconoce que si hubiera que pagar ese trabajo que se hace de manera voluntaria, con gente que acude incluso de otros pueblos ilusionados con el proyecto, el presupuesto ascendería a 15.000 euros más.

Este espíritu trasciende lo organizativo y llega al público, eminentemente familiar, que apoya cada año con mayor asistencia, actuaciones sorprendentes que poco podían imaginar hace diez años que pasarían por estas calles.

Es un público "entregado, solidario y colaborador que cada año responde", dice Julián, a pesar de que a veces el tiempo no anime.

El festival surgió "como una idea de alargar el verano", de mantener algo más de tiempo la vida en el pueblo, explica quien tuvo la idea y supo implicar al ayuntamiento y a todos los vecinos, José Ramón Herrera.

Para él, lo que diferencia este festival de otros es "el ambiente que se respira, que los grupos que vienen a actuar destacan", porque se llegan a emocionar, cuenta, con el calor de la gente.

Un ambiente que comparte con otro festival, pionero en Teruel, como es Poborina Folk, en la cercana localidad de El Pobo, que cumplirá veinte ediciones el próximo año.

El dinamismo de Pancrudo no es nuevo, pero el festival ha conseguido ponerlo en el mapa artístico, porque allí pueden verse estos días espectáculos de calidad de disciplinas tan variadas como el teatro, la música, los títeres o el circo.

En esta edición han ampliado la programación. Los actos comenzaron ayer y se alargarán hasta mañana por la tarde, además de estrenar imagen para celebrar el décimo aniversario.

También celebran la efeméride con una exposición fotográfica de los nueve años anteriores y decoración especial de balcones y calles que han preparado las mujeres más mayores del pueblo, desde semanas cosiendo para llegar a tiempo.

Y estrenan escenario, el de la ermita de la Virgen de la Palma que el Ayuntamiento ha rehabilitado gracias a una partida del Fondo de Inversiones de Teruel, y que puede ser el principio de algo más, según su alcalde.

Así, buscan ahora una vivienda para rehabilitar y que pueda convertirse en residencia de artistas para que las compañías puedan elegir Pancrudo como lugar en el que preparar sus espectáculos. Sería una manera de "fijar población", explica el alcalde que aprovecha para recordar diez años después de la aparición de los teléfonos móviles inteligentes, el pueblo sigue fuera de cobertura.