Cuando compraron sus viviendas les aseguraron con rotundidad que apenas sufrirían las molestias por los ruidos del tráfico en la autovía de Logroño. Les dijeron, además, que el Ministerio de Fomento iba a autorizar la inmediata colocación de unas pantallas acústicas para frenar el impacto acústico a la altura de la urbanización y que era cuestión de poco tiempo.

Hoy, varios años después de aquella promesa, los vecinos del residencial Torreblanca, en Garrapinillos, siguen esperando que una mañana llegue una cuadrilla de operarios del ministerio con chaleco amarillo en una furgoneta cargada de paneles de insonorización para una de las vías que mayor circulación de coches registra anualmente en Aragón.

"Ya sabíamos dónde íbamos a vivir pero es que ahora, con el enlace de la A-68, nos hemos quedado a apenas tres metros de distancia de la carretera y no hay quien aguante ni el ruido ni las vibraciones", explica angustiado Ricardo Navarro, uno de los numerosos vecinos afectados.

Su reclamación la han llevado a todas las administraciones públicas sin obtener hasta ahora ningún tipo de respuesta. Hace unos meses acudieron también al Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, con la intención de que pudiera actuar de intermediario para instar a las instituciones implicadas. "En el ayuntamiento se desentienden porque es competencia del Ministerio de Fomento y a este organismo no hay forma de acceder. Todo cuanto obtenemos es silencio, mientras el ruido va acabando con nosotros", lamenta.

Los vecinos de esta urbanización no entienden cómo en otras zonas de la ciudad, como el Actur, se puede disponer de pantallas acústicas mientras en otras, "con el mismo volumen de tráfico", no hay forma de conseguir que se les escuche alguna de las Administraciones.

"El ruido es insoportable, sobre todo, por las noches y a primera hora de la mañana. El tráfico de vehículos es constante, muchos de ellos camiones, y a veces da la sensación de que estamos en la misma calle en vez de en el interior de nuestras casas", comenta. Pese a que hasta la fecha no han obtenido ningún resultado en los numerosos intentos de buscar soluciones, no están dispuestos a cejar en su empeño. "Sólo pedimos lo que nos prometieron cuando compramos la vivienda. Nada más".