Los datos de desempleo en Aragón han permitido tomar algo de aire al Ejecutivo autónomo en el último año. Aunque las cifras del Ministerio de Trabajo sitúan el número de parados por debajo de los 100.000 --algo que no ocurría desde finales del 2011--, habrá que esperar a la Encuesta de Población Activa (EPA) que publicará el Instituto Nacional de Estadística (INE) a finales de este mes. Ya en el primer trimestre, la comunidad arrojaba una tasa de paro del 22,85% y 148.400 desempleados, lo que llevó a la consejería de Economía a discrepar abiertamente con este organismo y ponía a Aragón entre aquellas comunidades con un incremento exponencial más elevado.

No obstante, al margen de lo que digan los números, el problema del mercado laboral aragonés (al igual que ocurre en el conjunto de España), se localiza en la precariedad del mismo y en la temporalidad. Los contratos indefinidos son cada vez menos al calor de la reforma laboral y de la flexibilidad del mercado de trabajo. Algo que es aprovechado principalmente por el sector servicios.

Mientras, en el último año, la industria se ha mostrado aún renqueante y la construcción en punto muerto, dos sectores que pueden marcar el punto de inflexión para Aragón cara a la recuperación.

El Gobierno de Aragón se muestra optimista porque aprecia tímidos síntomas de recuperación. Entre ellos destaca que en mayo el Índice de Producción Industrial obtuvo una tasa de variación interanual del 10,8%, cinco veces más que la media española, o que las previsiones de crecimiento que da el BBVA son del 2% para el 2015, después de que se cerrara el 2013 con crecimiento positivo (0,2%) después de varios años sin hacerlo.