Las últimas encuestas, desfavorables para el Partido Popular, han abierto un debate sobre la conveniencia o no de que Mariano Rajoy vuelva a presentarse como candidato conservador en las próximas elecciones generales.

En el caso de que dichas estadísticas no remonten, y de que Ciudadanos, con Albert Rivera a la cabeza, se consolide como alternativa a la derecha tradicional, dicho debate se irá tornando más encendido, a medida que se acerque la fecha electoral de 2020. Tal presupuesto está por ver, desde luego, y en absoluto es descartable que el PP se recupere y regrese a ese cómodo 30% de intención de voto en el que se ha movido, mantenido en los últimos tiempos; pero, hoy por hoy, la situación pre-electoral del PP es inquietante, dándose por supuesto que en los despachos de Génova se palpa el nerviosismo y la incertidumbre, y se murmuren o apunten nombres en clave de hipótesis sucesorias, que si Feijoo, que si Soraya... y pocos más.

Rajoy, en su misterioso transcurrir, sin ruido, sin prisa ni pausa, con ese minutaje monótono que todo lo adormece, las crisis, las traiciones, sabe que su tiempo se acaba y todo, su futuro y el de su partido estará, se jugará o resolverá si es capaz de admitirlo. Rajoy ha cumplido un ciclo, y el sueño o la ambición de ser presidente, no siendo ya mucho más lo que pueda aportar. La lente de la historia empieza a fijarlo como un líder sin carisma, con resultados, aunque para salir de la crisis benefició a las grandes empresas por encima de los trabajadores. Ha sido obediente en todo, en Europa, ante el patrón Trump, con el statu quo, con los fácticos... Un político con un discurso rutinario, con un gobierno rutinario, con una mente rutinaria, administrativa, eficaz en lo cotidiano, en el día a día, pero sin visión a largo plazo (véase Cataluña).

En Aragón no se va a hablar de recambios porque su nuevo presidente, Luis María Beamonte, está recién llegado y cuenta con amplia confianza del partido. Con la incorporación a primera línea de Mar Vaquero y otros cargos y militantes más jóvenes el PP aragonés avanza en una intención renovadora, tratando de vertebrar un proyecto político atractivo para las elecciones autonómicas, a celebrar en mayo de 2019. En un partido tan previsible, no lo es que Beamonte vaya a tener dificultades internas a corto plazo. Su destino y el de Rajoy ya no son paralelos.