Las siete fuerzas políticas representadas en las Cortes de Aragón coincidieron ayer en su escepticismo ante el plan de transición energética anunciado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y pidieron concreción, plazos y presupuestos. Todos hicieron sus afirmaciones antes de que se avanzara algún detalle sobre el plan.

«Al menos se ha presentado algo», remarcó el portavoz del PSOE, Javier Sada, porque el Gobierno del PP «miró para otro lado» durante ocho años y el problema se debe resolver ahora, si bien admitió que habrá que poner más concreción a «esa música que nos suena bien».

Para la diputada del PP Dolores Serrat, es un plan que llega tarde y es «poco creíble», pues no hay presupuesto y se esperan una elecciones anticipadas. «Hasta que no lo vea en ejecución y que las medidas se aplican, no me creeré nada», enfatizó. La diputada de Podemos Marta Prades mostró su decepción ante un plan que llega tarde y «sigue tan vacío como el primero que se presentó», porque no ofrece una alternativa viable y a corto plazo que dé seguridad a los habitantes de las comarcas mineras. Y cargó duramente contra el PSOE por presentar el plan en su sede en lugar de en un edificio oficial.

Arturo Aliaga, del PAR, tachó de «electoralista» el planteamiento y cuestionó su falta de contenido, plazos y soluciones. En todo caso, aseguró que se alegrará «muchísismo» de que recoja medidas con dotación presupuestaria concreta.

Javier Martínez, de Ciudadanos, apoyó la transición energética pero criticó las prisas en la toma de decisiones por poner en riesgo «muchísimos empleos», no solo cerca de 4.000 en las cuencas mineras, sino hasta 25.000 adicionales en la provincia de Zaragoza del sector de la automoción. Para Gregorio Briz, de CHA, este plan era necesario «mucho antes», aunque destacó que evidencia al fin que el Gobierno tiene una estrategia y plantea inversione, aunque el momento pueda no ser el mejor por la inestabilidad política. Patricia Luquin, de IU, insistió en el «escepticismo» con el que su partido acoge la iniciativa tras años reivindicando una alternativa «real» para las cuencas minera. «Decir que la transición energética justa tendrá coste cero es más un desiderátum que una realidad», afirmó.