Una vez cada dos años, el primer domingo del mes de septiembre, Aínsa se sumerge en su pasado legendario con la celebración de La Morisma, fiesta que recrea una batalla del siglo VIII en la que los cristianos derrotaron a las huestes musulmanas y reconquistaron la población. Se trata de una celebración que está declarada de interés turístico de Aragón y que aspira a obtener el mismo reconocimiento a nivel nacional.

En las dos últimas ediciones del evento, la del 2014 y la del 2016, la representación teatral de la batalla, que siempre tiene lugar en la plaza Mayor, se celebró de noche. De esta forma se introdujo un cambio apreciable en una tradición que se recuperó en los años 70 del pasado siglo, aunque existen documentos que prueban que la victoria sobre el Islam ya se conmemoraba en el siglo XVII.

«Los papeles de los personajes de la obra de teatro pasan de padres a hijos desde hace varias generaciones», indica Enrique Pueyo, que interpreta a un príncipe musulmán en la representación.

La organización de La Morisma corre a cargo de una asociación cultural que desarrolla numerosas actividades culturales a lo largo del año. En la batalla participan 350 personas, pero otras 150 más montan y atienden el complejo escenario en el que se desarrolla la gesta.

El protagonista de la toma de Aínsa es el conde García Ximénez, un personaje entre real y ficticio, como el resto de los que intervienen en la recreación, donde se cuida hasta el último detalle de la vestimenta y de las armas.

Con ocasión de La Morisma, Aínsa se llena de visitantes, pero a la representación solo pueden asistir 1.200 espectadores, tantos como permite la capacidad de la plaza Mayor, que requiere una iluminación de 80.000 watios para que no se pierda ningún detalle.

Claro que la fiesta no se reduce a un combate. La celebración dura un fin de semana e incluye un mercado medieval, el montaje de los campamentos de las tropas y simulacros de justas. Además, los asistentes pueden ir a visitar la Cruz Cubierta, un monumento situado a las afueras en recuerdo de la victoria cristiana.