Los niños aragoneses que desde 1988 hayan superado el cáncer, así como quienes lo superen a partir de ahora, poseerán un documento especial que recopilará, a modo de historial clínico, toda la medicación y los fármacos que han tomado durante la época infantil para luchar contra la enfermedad.

Aragón va a ser la comunidad pionera en poner en marcha este pasaporte de cuidados y de seguimiento de los supervivientes, que será una información fundamental para cuando tengan que acudir a su médico de Atención Primaria.

Esta iniciativa, que nació en EEUU y que ya se está implantando en Europa, está liderada por el área de Oncopediatría del hospital Infantil del Miguel Servet de Zaragoza. Para su puesta en marcha será fundamental la inversión de 24.000 euros por parte de la Asociación de Padres de Niños Oncológicos de Aragón (Aspanoa).

Esta cantidad sufragará gastos y también el trabajo de dos profesionales sanitarios a los que se contratará para que hagan la recopilación de datos desde 1988. Se calcula que desde entonces han superado el cáncer en Aragón entre 500 y 600 niños, de los que se buscará toda la información en un trabajo de campo que empezará en septiembre y se desarrollará durante un año.

SECUELAS DEL TRATAMIENTO

El pasaporte se entregará, en papel y en soporte electrónico, a cada paciente al finalizar el tratamiento y contendrá su historia del cáncer y del proceso.

Su objetivo será dar consejo y guía en el seguimiento específico de estas personas a largo plazo ante los posibles efectos secundarios. Según la información elaborada por Oncopediatría, el 70% de los supervivientes de cáncer infantil desarrolla "al menos" una secuela médica crónica y "en más de un tercio" de los casos esta "será grave".

Cuando el menor finaliza el tratamiento tras superar el cáncer, el seguimiento se hace en unidades de Oncología y Hematología pediátricas hasta cumplir los 18 años o tras diez del fin del tratamiento. Sin embargo, a partir de ese momento, el paciente pasa a ser controlado por su médico de cabecera, quien no dispone actualmente de un historial completo.

Gracias al pasaporte, se dispondrá de unos datos individualizados sobre los riesgos potenciales y el seguimiento a realizar. "Los supervivientes del cáncer infantil o juvenil se embarcan en un viaje que dura toda la vida. En ese trayecto se requiere una vigilancia continua para proteger su salud", precisa el equipo de Oncopediatría.