Quienes quieran ver a la serpiente pitón albina que protagonizó hace unos años el anuncio de Martini, no tienen más que visitar la carpa de Expoanimalandia, en el solar de la Chimenea de Zaragoza. Cocodrilos del Nilo, puercoespines con púas de hasta quince centímetros, mapaches parecidos a los de la película de Pocahontas, un coati (especie de oso hormiguero), pequeños canguros australianos... Toda una clase práctica de ciencias naturales para los amantes de los animales exóticos.

"Parece inofensiva y tímida porque en cuanto acercas la mano se esconde en su caparazón, pero tiene tres hileras de dientes de las que más vale mantenerse alejado", explica Juan Hidalgo, gerente de las instalaciones, mientras señala una tortuga mordedora. Lleva en la mano un pepino partido por la mitad, se lo tiende al animal y en menos de diez segundos lo descuartiza con sólo tres mordiscos.

El acto no pasa inadvertido para Andrea, una niña a la que la tranquilidad aparente de las serpientes ha decepcionado. Las hay de varios especies aunque ninguna es venenosa y el gerente descarta riesgos. "Muchas de ellas ya han nacido en cautividad", puntualiza. Varias boas constrictor (que en vez de reproducirse ovíparamente, se aparean como los mamíferos), otra denominada arco iris (por la facilidad con la que cambia de color para camuflarse con el medio), una pitón tigrina (capaz de comerse a un tigre) o una anaconda amarilla tan gruesa como un extintor son algunos de los ejemplares exhibidos en Expoanimalandia. "Es una de las más temidas no por su longitud sino por su peso", comenta Hidalgo de este último animal.

Junto con las serpientes, las tarántulas son los animales que más repugnancia provocan entre el público. Sobre todo, las rosadas. "Las tenemos doblemente acristaladas para evitar accidentes porque éstas si que son venenosas", explica el gerente. Los arácnidos se mueven en pequeñas urnas de cristal semejantes a las empleadas para guardar el queso. Después, otro recipiente de mayores dimensiones impide el contacto directo con el público.

Todo lo contrario sucede con los ponys, los conejos gigantes de Angora, los cerdos vietnamitas (de color negro y parecidos a un jabalí), las ocas o los cisnes. "Se organizan exhibiciones por la tarde (de 17 a 21.30 horas) y se deja que el público toque y se familiarice con los animales, se trata de acercarlos y de aprender", comenta el gerente. Mientras habla, nota un tirón en la chaqueta y, al volverse, se encuentra con la manita impaciente de un mapache que ha visto los frutos secos que lleva en una bolsa. "No suelen comer de tu mano directamente", dice Hidalgo mientras le tiende la palma llena de maíz. El animal utiliza sus dos diminutas patas para aglutinar los copos y llevarlos después rápida pero cuidadosamente hacia su boca, como haría una persona. "¿A que son educados?".