La provincia de Zaragoza es agua. Y en este contexto, sobre un hermosísimo marco natural, se localizan varios centros termales que combinan el ambiente tranquilo y acogedor de los balnearios típicos del siglo XIX con modernas instalaciones que ofrecen todo tipo de propuestas y terapias con aguas minero-medicinales. La presencia de los ríos Jalón, Mesa, Jiloca y Piedra convierten este territorio en un jardín.

Alhama de Aragón fue ya elegida por los romanos por sus termas naturales. A finales del siglo XX se encontraban en funcionamiento el balneario de Cantarero, los baños de San Roque, los baños de San Fermín, el hotel del Parque, el hotel Termas y el balneario Guajardo. En la actualidad hay dos complejos termales: el hotel balneario Alhama de Aragón, (antiguos San Roque y Cantarero) y el complejo de las termas Pallarés, con sus hoteles del El Parque y el gran hotel Cascada. Todos los manantiales son similares en su composición: aguas sulfatado-bicarbonatadas con caracteres cálcico-magnésicos e hipertermales. Los usos medicinales de estos baños son principalmente reumatismo, artrosis, cuadros crónicos bronquiales y alergias, por su favorable carga radiactiva son también indicadas para combatir el estrés y la ansiedad por su alto poder de relajación, según indican.

Pero en Alhama se puede encontrar mucho más. Uno de sus encantos históricos es el antiguo castillo, en la actualidad una airosa torre de blanca piedra que destaca sobre el núcleo urbano y que constituye la edificación más antigua del lugar, probablemente del siglo XIV. La iglesia parroquial también merece una atenta visita.

La ruta sigue con más centros termales. En 30 minutos siguiendo el curso del río Mesa se alcanza Jaraba, cuyas aguas minero medicinales fueron declaradas de utilidad pública en 1860 y que en la actualidad reúne tres balnearios. Algunos ofrecen tratamiento sin alojamiento, poseen espectaculares piscinas naturales cubiertas, jardines termales y tratamientos para niños. La zona ofrece numerosos senderos para recorrer a pie o en bicicleta por el desfiladero del río Mesa. Además, destaca el solitario santuario. Ubicado en un escarpe a la entrada del barranco de la Hoz Seca, el templo constituye un conjunto arquitectónico de los siglos XIII a XVIII formado por la iglesia y la casa del santero. Construido para albergar la imagen de la Virgen de Jaraba, ha servido y sirve como punto de encuentro de peregrinos.

Historia viva

La ruta propuesta por la Diputación de Zaragoza para conocer los secretos del agua en la provincia continúa hacia el monasterio de Piedra, un parque y conjunto monástico que acoge grutas, saltos de agua y lagos. El cenobio es uno de los monumentos más conocidos de la provincia pues en pocos lugares de Aragón se entremezcla con tal perfección un entorno natural lleno de vegetación con los restos de un monasterio lleno de historia y tradición. El viejo monasterio cisterciense de Nuévalos (que durante más de 600 años dio vida y sentido a ese lugar) ahora vive una segunda juventud en parte convertido en hotel, en parte vivienda, en parte ruinas.

La ruta se puede terminar, tras rodear el singular embalse de La Tranquera, en Paracuellos de Jiloca, cuyo balneario posee amplias zonas de paseo y jardines. Además, su casco urbano se agrupa en torno al castillo de Xiloca, de origen musulmán y construido en tapial y ladrillo. En uno de sus ángulos se erige la iglesia de San Miguel, de ladrillo y mampostería y provista de la típica lonja aragonesa. En el interior del templo se conservan retablos de los siglos XV al XVIII. Podría ser un buen fin de ruta, pero la zona todavía alberga algunos tesoros que merecen la pena.

Un poco más lejos de puede encontrar una ermita barroca dedicada a Santa María. También en las afueras de la población se encuentra un puente sobre los ríos Jiloca y Jalón de manufactura romana enmarcando un hermoso paisaje. Agua, naturaleza y salud. La combinación perfecta para una ruta llena de vida.