Teruel deja hoy atrás el duelo de la Pasión y la alegría serena de la Resurrección de Cristo para cumplir con una antigua tradición de sabroso nombre. Se trata del Sermón de las Tortillas que, como cada año, reunirá a los turolenses en torno a comida campestres protagonizadas por el ibérico manjar y por otro invitado postrero: las monas de Pascua.

Esta fiesta se remonta a los tiempos de la fundación de la ciudad cuando el martes de Pascua era el día marcado por los Fueros del Concejo para elegir los cargos que con carácter anual dominaban los principales estamentos de la capital del Torico.

La popular convocatoria servía para reunir a los ciudadanos y, por ello, esta fecha fue elegida en el siglo XV por la Cofradía de Nuestra Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo, que todavía hoy sale en procesión durante la Semana Santa, para ofrecer una comida a los vecinos más desfavorecidos.

La cofradía reunía a los menesterosos en una ermita, donde les ofrecía, primero, un sermón y, posteriormente, viandas, entre las que no faltaban las tortillas. "Era la fiesta de los rollos --como se conoce en la zona a las monas de Pascua-- en la que se aprovechaba para dar comida a los pobres y se bajaba a una ermita ubicada por el puente del Cubo, hoy prácticamente en ruinas", recuerda Manuel Abad, actual hermano mayor de la Cofradía de la Sangre de Cristo. "Todavía hasta la Guerra Civil se mantuvo intacta la costumbre de esta comida, que se acompañaba con longanicetas de Pascua y se remataba con bailes".

Con el tiempo, esta hermandad dejó de organizar la lifara, que aún así siguió adelante sólo con las variaciones impuestas por el tiempo. Las largas caminatas dieron paso al automóvil y el sermón buscó emplazamientos no tan cercanos a la capital turolense.