"España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura", reza una frase apócrifa de los tiempos en que los tercios españoles mantenían la hegemonía en Europa. Lo hicieron en gran medida a través del Camino Español, la ruta --más bien rutas-- que abrieron entre Milán y Bruselas para mantener un flujo constante de tropas hacia el corazón del continente. Con otro espíritu, la Asociación de Amigos del Camino Español se ha empeñado en reabrir estos caminos al turismo, el deporte y la cultura, y cambiar el final del lema por "hasta Flandes la aventura".

La asociación es pequeña en integrantes --cinco-- pero grande en apoyos. Nació hace una década de la pasión por la historia de España de los siglos XVI y XVII de un grupo de amigos, sobre todo de David López, onubense de nacimiento y zaragozano de adopción.

Siempre estuvo fascinado por el esfuerzo de aquellos tercios que abrieron una ruta directa, hasta entonces inédita, entre las actuales Italia y Bélgica. "Hay que imaginar lo que suponía el camino de 10.000 soldados, unas 18.000 personas con sus familias. La logística que conllevaba alimentarlos 50 días y la riqueza que generaba donde se alojaban", explica.

Fascinado por el desafío, hace alrededor de una década creó la asociación, con otros compañeros como el zaragozano Luis Ángel Bonet. Lo que comenzó como una web informativa (www.el caminoespañol.com) continuó con investigaciones en archivos como el de Simancas o el Palacio de Liria, donde López encontró información detallada de las paradas que efectuaban los tercios en su ruta.

La información, y la ayuda de los mapas de internet, alumbraron el germen de una idea que va tomando forma, aunque empezase casi de forma anecdótica: la creación de un Itinerario Cultural Europeo, que recupere el Camino Español por su valor turístico, cultural e incluso deportivo. La idea es ambiciosa, porque solicitarlo requieren ser una asociación internacional y mucho dinero. Pero hasta ahora los organismos que conocen la iniciativa se entusiasman.

Ruta cultural europea

Así sucedió, por ejemplo, en el 2013, cuando López y Bonet decidieron emular a sus admirados tercios. Cambiaron botas por bicicletas, y arcabuz y pica por cámara fotográfica y ordenador, y se lanzaron a recorrer en 15 días los 1.300 kilómetros de la primera ruta de los tercios, la de la expedición liderada por el Duque de Alba en 1567.

El recorrido fue duro para los ciclistas inexpertos pero muy bello, como quedó documentado en un blog accesible en su web. Comprobaron con sorpresa la cantidad de restos del patrimonio español diseminados por la ruta, o a sentir "la emoción" de beber en la misma fuente, del siglo XV, que los tercios.

Ya en ese experimento, contaron con el apoyo del Instituto Cervantes, del que partieron en Milán y al que llegaron en Bruselas. El ayuntamiento de Milán les felicitó por la iniciativa y les propuso la que acometerán este año: el 15 de junio, coincidiendo con el Día de España en la Expo de Milán, volverán a partir, esta vez por la ruta del Archiduque Alberto de 1595, y acompañados --al principio-- de unos recreacionistas.

Seguirán así luchando por dar a conocer la parte beneficiosa de estas rutas, más allá de la leyenda negra, y su potencial actual. "Si los vikingos, que arrasaban todo a su paso, tienen una ruta europea, nosotros la merecemos también", bromea López.