Un grupo de 47 ciudadanos rumanos fue expulsado de España el pasado viernes y devuelto a las autoridades francesas tras ser interceptado un autobús por miembros de la Policía Nacional en un punto de identificación móvil, en una zona no especificada de la carretera nacional N-330 entre Canfranc y Jaca.

La expulsión se produjo cuando los ocupantes del autobús, con matrícula rumana (AG40DOG) y su chófer no supieron dar "explicaciones convincentes" de su presencia en tierras españolas. Además, ningún ocupante del vehículo hablaba castellano. "Los agentes comprobaron en pocos minutos que no se trataba de un transporte de turistas", explicó ayer a este diario el comisario Enrique Lahuarta.

El autobús fue inmediatamente escoltado hasta el Centro de Cooperación Aduanera hispano-francesa de Somport, donde las autoridades españolas devolvieron el grupo de rumanos a las francesas en virtud de los acuerdos vigentes entre ambos países.

El comisario Lahuarta explicó que el resultado de esta operación fue fruto de los intensos controles que se realizan en las carreteras oscenses, especialmente cerca de la frontera. Se trata de actuaciones en cooperación con la Guardia Civil y supervisadas por la Subdelegación del Gobierno. "No le podemos poner puertas al campo, pero sí cumplir con nuestra obligación. Hacemos todo lo que podemos".

Operación original

El mando policial calificó esta operación como "original", ya que "difícilmente" se intercepta un grupo tan amplio. "En general interceptamos goteo de entrada de ciudadanos sin papeles, pero no esto. La verdad que es la primera vez que nos vemos ante una situación así, teniendo en cuenta el número".

Pese a que apenas trascendieron detalles, los agentes sospechan que el autobús logró entrar en España después de un largo viaje con origen en Rumanía. Se trataba de una patera rodante que a punto estuvo de cumplir su objetivo.

Los agentes que descubrieron la trama formaban lo que oficialmente se conoce como punto de identificación móvil. Se trata de un control sin el operativo de los convencionales, los que los conductores están habituados a encontrarse en las carreteras. Los móviles son controles por sorpresa en los que los agentes aprovechan las gasolineras o las áreas de descanso para identificar a los ocupantes de vehículos sospechosos.