Ricard tiene 27 años. Hará 28 en noviembre. Adriana tiene 23. Llevan 9 años juntos. Hagan la resta. Desde niños están juntos. Sí, especialmente Adriana, que ayer vio cómo su futuro marido le pedía matrimonio justo después de recibir el despacho de teniente en la Academia General Militar. Son de Barcelona. Se conocieron en Cubellas y han pasado una larga odisea marcada por la distancia. Ella trabaja en Barcelona. Él ha estado cinco años formándose para oficial en Zaragoza. Estamos ante una historia de amor de esas descomunales. Como una catedral. Como la de Lérida, por ejemplo. "Allí nos queremos casar. A los dos nos encantó cuando la conocimos". Ricard Tirado Freixenet es ya el teniente Freixenet. "Sí, se me conoce por el segundo apellido desde mucho tiempo atrás. Y me encanta".

Interviene Adriana. "Ya he hemos llamado a Lérida. Para ver en qué fecha podría ser. Hemos empezado los trámites (ríe). ¡No hemos podido esperar ni 24 horas!". Lo confiesa ella misma: está en "una nube". "¡Todavía no me lo creo, fue tan bonito y emocionante¡". Ricard añade que lo más curioso de esta petición de mano, rodilla en tierra, como las de antes, que ha dado la vuelta a España gracias a las imágenes captadas por el fotoperiodista Jaime Galindo, está protagonizada por dos personas "vergonzosas hasta la médula". "Yo quería algo íntimo", añade el flamante teniente. Menos mal.

La clave estuvo en los compañeros ("esos que para siempre llevaré en el corazón, estemos donde estemos"), que el día anterior instaron a Ricard a aprovechar los instantes posteriores a la entrega de despachos. "Yo quería que fuera en este día, pero no sabía no cómo ni cuándo ni dónde. Lo hablé con ellos y entre todos, en el ensayo de la víspera, vimos claro que lo mejor sería justo después del lanzamiento de las gorras". Dicho, soñado y hecho. "También conté con la colaboración indispensable de mi hermana Cristina, que ha sido mi cómplice principal. Ella llevaba el añillo". Muy emocionado, Ricard estaría horas rememorando y dando detalles de cómo sus compañeros formaron el corro en el que se produjo la escena. Está que no cabe en el uniforme.

Veamos la versión de Adriana. "Yo no lo imaginaba. La madre de Ricard, Pilar, que sabía algo, no hacía más que decirme 'ponte aquí, ponte aquí...'. Se trataba de que yo estuviera en determinado sitio en el momento del lanzamiento de las gorras. De repente, Cristina me cogió de la mano y me vi en medio de todos. ¡Qué vergüenza! ¡Qué bonito! ¡Inolvidable!".

Ahora el destino, nunca mejor dicho, llevará a Ricard Tirado Freixenet, teniente Freixenet, y a su flamante futura esposa a Gerona, a Sant Climent Sescebes, a cuatro kilómetros de la frontera con Francia. Adriana seguirá trabajando en Barcelona en el mundo del marketing. "No va a ser fácil, pero para eso estamos: para pelear y coger el AVE", dice Ricard lleno de ilusión y esperanza.

Por un momento, la conversación vuelve al principio. "Sí, lo sé, éramos unos críos, sobre todo Adriana, y las familias estaban un poco asustadas. Lógico. Pero creo que hemos demostrado que sabíamos lo que hacíamos. Este sí ha sido el triunfo del amor". Palabra de oficial. Y caballero.