De unos pocos años a esta parte esa oronda, orgullosa Europa que hemos conocido y a la que pertenecemos ha visto desdibujarse su pleno perfil con las sombras del terrorismo, nacionalismos y partidos extremistas. Una cierta inseguridad se ha apoderado de ciudadanos, de ciudades, incluso de amplios territorios que viven inquietos frente a invisibles enemigos dispuestos a perturbar su bienestar.

En ese clima, la proyección del futuro de la Unión no es tanto ya sólida y arcádica como variable y mudable, admitiéndose en sus futuribles hipótesis de disolución, división o invasión inimaginables hasta hace bien poco... ¿Pero quién iba a pronosticar el brexit?

¿Quién podría imaginar que Suecia no existiese como tal en 2032, habiendo quedado reducida a diversos Protectorados, sujetos a diversas leyes y en diferentes grados de relación con la Unión de la Amistad, el ente que habría venido a sustituir a la Comunidad Europea?

Asa Avdic, joven y brillante escritora sueca con experiencia en la radio y televisión pública de su país, ha escrito una distopía novelesca, La isla, en la que las próximas generaciones de suecos obedecen a criterios morales y productivos muy distintos a los vigentes hoy.

Un grupo aleatorio de ellos protagonizará un experimento diseñado para evaluar su resistencia y recursos frente a una situación límite, en las que sus vidas estarán en juego. Para ello, serán trasladados y aislados en una isla del mar Báltico donde el paisaje lluvioso, grisáceo, lúgubre, el océano helado y hostil y el mínimo paisaje humano, barracones, sótanos, un embarcadero, configurarán una atmósfera opresiva y trágica. Esos técnicos, militares, intelectuales que componen el grupo de experimentación deberán relacionarse entre sí, estableciendo, desde las bases de la desconfianza y mutuas sospechas, unas mínimas relaciones de convivencia...

Novela distópica, en línea orwelliana, pero también metafórica de esa Europa que se nos va desdidujando como un paisaje lluvioso tras los cristales, La isla de Asa Avdic es una lectura perturbadora.

Ojalá la vieja señora, esa Europa nuestra, democrática, integradora, científica, solidaria, sea capaz de rejuvenecer y renovar sus poblaciones y recursos y salir airosa de las estresantes pruebas a que la está sometiendo el fanatismo y la violencia.

Nos jugamos mucho.