La operación de los suelos de Cerler era la piedra angular de la hoja de ruta del anterior equipo directivo de Aramón. Los 120 millones por los que estaba firmada la venta tenían dos destinos: el saneamiento de Formigal para consolidarla como estación puntera del Pirineo y el lanzamiento del proyecto de Castanesa, la estación diseñada para desarrollar la zona oriental de la alta Ribagorza aragonesa y, al mismo tiempo, competir con los potentes complejos catalanes del Valle de Boí y, principalmente, de Baqueira Beret. Sin embargo, Aramón terminó teniendo que pagarle al frustrado comprador --el consorcio Alto Cerler XXI-- los 1,5 millones que este tuvo que dar a la inmobiliaria madrileña DUAR para cerrar el acuerdo que iba a permitirle hacerse con todos los suelos tras haber pasado estos a manos del hólding. Aramón reclama ahora 72,3 millones al Ayuntamiento de Benasque por haber frustrado la operación.