Dice un funcionario de prisiones que el narco Laureano Oubiña "no es el preso más rico de la cárcel de Zuera. Hay otros que tienen más dinero asignado a su nombre en la caja del centro". No obstante, sí que es el más ostentoso y desde que llegó trasladado al centro procedente de Alcalá Meco hace poco más de un mes, se ha distinguido por dirigir una lluvia de peticiones de artículos para su consumo. Algunas pueden parecer extravagantes y la mayoría le han sido denegadas porque no estaban permitidas por el reglamento.

Entre reclusos y funcionarios ya llamó la atención su primera petición, ya que estaba acostumbrado a fumar habanos Cohiba Siglo XXI, hábito que no debería de sorprender en un hombre que durante años controló el contrabando ilegal de tabaco en Galicia. Pidió que le vendieran un puro cada día, pero se decidió que comprase los habanos por cajas y que se los administrase como él considerara conveniente.

Hay que recordar a este respecto que el único derecho del que se le priva a los presos cuando están en la cárcel es el de su libertad, que también suele conllevar la pérdida de otros, como el de votar y ser elegido. Los internos mantienen el resto de los derechos que afectan a cualquier ciudadano, por lo que ellos pueden elegir incluso lo que comen, siempre que puedan pagárselo de su bolsillo. Y Oubiña, con más de 3.000 euros en su cuenta de la cárcel, que además son renovados por sus familiares cuando se gastan, puede.

En el economato de la cárcel está permitido a cada preso un gasto máximo de 65 euros a la semana. Pero este limitación no existe para otros artículos que los presos piden que se les compre fuera del centro penitenciario, como puede ser una televisión para su celda o cualquier otro efecto que no esté prohibido por el reglamento.

El sistema que rige es el de demandadurías . Un recluso demanda la adquisición de un artículo y la dirección de la prisión se encarga de que se le compre a través de un funcionario destinado a estos fines.

"Si los 1.700 presos que hay en Zuera dispusieran del poder adquisitivo y las ganas de comprar de Oubiña, la plantilla haría corto. Habría que destinar más personas a estos menesteres", señalan.

Claro que no siempre el que mucho pide recibe más. El narco gallego puede gozar de sus Cohibas y es cierto que ve satisfecha su predilección por el jamón ibérico, pero la mayoría de sus peticiones han sido hasta ahora rechazadas por ir contra la normativa.

"Ha demandado, por ejemplo, una determinada marca de desodorante sin alcohol que se comercializa en envases metálicos, que en la cárcel están prohibidos por la posibilidad de reconvertirlos en armas. Igual ocurre con el vidrio. Así, este preso tendrá que esperar a salir en libertad para poder comprar latas de caviar, uno de los artículos que se le han denegado", comenta otro funcionario.

Tampoco se puede comprar a veces todo lo que está permitido. Si un preso de Zuera pide un artículo que se comercializa en Madrid, lo más normal es que se quede con las ganas, porque no se va a trasladar el funcionario de la demandaduría a 300 kilómetros para satisfacer el deseo de un recluso, por muy legítimo que parezca.

No obstante, los gustos de Oubiña no suelen ser tan extravagantes. Se interesa por las prendas caras de marca, "pero no es el único preso que ha pedido que le compren una determinada firma de calzado deportivo que cuesta 200 euros", señala el segundo funcionario, sorprendido de que un medio de comunicación pueda interesarse por el consumismo de los presos.

Entra dentro de la rutina penitenciaria, aunque a la sociedad, muy dada a potenciar el aspecto punitivo de las cárceles, pueda causarle extrañeza que un grupo de presos se surtan del mejor marisco para una celebración tras los barrotes. Esta fiesta se desarrolló hace nueve años en la cárcel de Daroca entre internos de la banda ETA y la difusión de la noticia provocó cierta indignación en sectores de la opinión pública.

El lujo al que puede acceder Laureano Oubiña durante su estancia en Zuera, o en cualquier otra prisión a la que vaya destinado, parece legítimo aunque socialmente merezca un reproche su ostentosidad. Sin embargo, su lluvia de peticiones de artículos no permitidos, y que han sido rechazados, no resulta lógica en un preso que ya tiene una larga trayectoria penitenciaria y que debía de conocerse el reglamento al dedillo .

Los funcionarios consultados por este periódico sospechan que la actitud del preso responde a una "estrategia" para que le trasladen de cárcel. "Desde que llegó a Zuera ha dejado claro que no está satisfecho con el traslado. Oubiña depende del Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria, adonde se dirigen todas sus quejas, y más de una vez adopta una postura victimista porque opina que le prohiben demasiadas cosas", dicen.

En este sentido, "la actitud de Oubiña en su vida penitenciaria siempre ha sido de quejica. En cada prisión en que ha estado ha contado con un abogado para que le tramite sus quejas y reclamaciones a Vigilancia Penitenciaria. No son letrados con poca práctica, sino que busca a penalistas de mucho prestigio para esta labor. Aquí ha hecho lo mismo", añaden los funcionarios.