El Ayuntamiento de Zaragoza afronta la recta final de legislatura con la mirada puesta en las elecciones y la difícil situación de un Gobierno en el que la minoría se agranda a medida que se acerca la cita con las urnas. Con el PSOE cercano a la fractura interna, que puede provocar todo un proceso de primarias para elegir candidato para el 2015, y con la presión que ejercerán a derecha e izquierda desde la oposición, tiene poco margen de maniobra para cumplir sus objetivos.

Mientras, a nivel orgánico, la decisión de Juan Alberto Belloch de continuar o no al frente del proyecto socialista marcará los próximos meses. Los apoyos que tiene el todavía alcalde en sus filas son escasos, mientras todas las encuestas que maneja el PSOE le dan como el candidato mejor valorado y con más posibilidades de obtener buenos resultados.

Las cuentas municipales

En el apartado económico, el Gobierno de la ciudad quiere congelar impuestos y tasas, en lo que parecen coincidir todos los grupos ±al menos para las rentas medias y bajas de la capital ±, para cerrar un presupuesto que no diferirá mucho del actual. El truco este año consiste en aprovechar el paréntesis dado para la devolución del crédito ICO con el que se hizo el plan de pago a proveedores, que concederá unos 8 o 10 millones de euros para destinarlos directamente a gasto corriente o inversiones nuevas.

Estas tienen poco que ver con las previstas al inicio de la legislatura, en el 2011. Ni siquiera la prolongación de Tenor Fleta, sustituida por una macrooperación asfalto de cuatro millones de euros. Pero ese dinero ya estaba previsto, y el gasto corriente ajustado al límite en los últimos años. Zaragoza gasta unos 20 millones menos que en el 2010 en servicios esenciales, revisados vía negociación o concurso. Los conflictos laborales derivados de esto ya están en gran medida solucionados. Así que habrá que imaginar qué hacer con estos nuevos recursos.

El mayor aval político que puede sacar este Gobierno municipal en minoría, y sus socios de CHA e IU, es la apuesta por combatir el riesgo de exclusión. Un plan específico de 11 millones de euros anuales, consolidado por sus resultados y por ser emblema de una política de izquierdas en tiempos de recortes, para convertir al consistorio en la primera puerta a la que llamar en caso de necesidad.

Falta por resolver una cuestión importante: los convenios y subvenciones de los que dependen esas entidades sociales que también contribuyen a aliviar la situación de muchas familias, o la cooperación internacional. También falta agilizar la tramitación de las ayudas urgentes.

En cuanto a la movilidad, el protagonismo se lo lleva la línea 2 del tranvía. Con el contrato ya lanzado, previo a una licitación de las obras que no llegará antes de las elecciones, la discusión sobre el modelo de movilidad regresará al salón de plenos en una sesión monográfica del día 18, en la que se entrará de lleno en la discusión sobre el Plan de Movilidad para Zaragoza, ya superado antes de ser cumplido.

Relaciones institucionales

Otro de los escollos pendientes de resolver en esta recta final es la ansiada Ley de Capitalidad. Una norma enmarcada en unas relaciones institucionales con la DGA que, si bien ambos aseguran que son cordiales, no han dado pie ni siquiera a consensuar el contenido que dará forma a la regulación de la prestación de los servicios en Zaragoza, la financiación o los principios de solidaridad que se le exigen a la ciudad.

Ayuntamiento y Gobierno de Aragón han sido incapaces en tres años de ponerse de acuerdo en el reparto de competencias, en la aplicación de la nueva ley de bases, en la compensación de las deudas mutuas o la Ley de Capitalidad que, no hay que olvidar, la presidenta Luisa Fernanda Rudi prometió al inicio de su mandato al alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch. Fue en la única ocasión en la que ambos se han reunido. Además de la tensión entre instituciones, las dificultades en la gestión del propio consistorio se agrandan cuando los tres partidos que han tomado decisiones importantes para la ciudad tienen más necesidad de desmarcarse de cara a las elecciones.

CHA e IU, con la decisión ya tomada de no sumar fuerzas en las elecciones municipales y autonómicas, y la de seguir haciéndolo en las generales todavía en el aire, marcarán distancias mes a mes en sus posiciones en debates importantes. Será más difícil aunar voluntades para un PSOE que ya se topó con enfrentamientos, por ambas partes, antes del verano.

Mientras, el PP, fuera de cualquier posible negociación en debates de envergadura en estos tres años, entrará en la que más le conviene en Zaragoza, la de la regeneración que plantea el Ejecutivo central, la elección directa de alcaldes que hubiese permitido a su candidato Eloy Suárez acceder al cargo. Pero el escenario actual no se asemeja al del 2011, y a los conservadores les conviene retomar debates que les den rédito de cara a la opinión pública, como el enfrentamiento entre el autobús y el tranvía o la deuda municipal, aún abultada pese a los recortes