José Orestes Guillón Laos, trabajador de limpieza de FCC, había limpiado la zona de la calle José María Lacarra cuando decidió hacer un descanso y tomar un café. Eran las 10.15 horas, si bien unos chillidos de auxilio le hicieron dejar todo y acercarse al joven que estaba siendo apuñalado en medio de la calzada. «Pensaba que lo mataba, estaba obcecado con él», señala.

Admite que en un primer momento no sabía qué hacer, pero «lo que tenía claro es que había que ayudar a ese pobre chico porque no hacía más que clavarle el cuchillo». «Con la ayuda de otro señor que trataba de inmovilizarle le arrebaté el cuchillo y lo tiré a la acera, no pensé en ese momento si me podía cortar».

Este peruano, padre de cinco hijos y trabajador de FCC desde el 2008, reconoce que en ese momento pensó en su familia y que cualquiera de sus vástagos podría ser el chico de 28 años que se encontraba en ese momento ensangrentado sobre la calle. «Recuerdo la fuerza con la que tenía enganchado ese cuchillo y lo agarrado que estaba al muchacho, estaba fuera de sí», apostilla.