José Antonio Pérez Cebrián (Fuentes Claras, 1958) preside desde hace seis meses la organización empresarial CEOE Teruel, una provincia que conoce al dedillo, entre otras razones, porque ha estado al frente de la Caja Rural de Teruel durante 27 años como director general. Desde la entidad ha hecho frente en primera línea a la lacra de la despoblación, un problema que conoce bien y contra el que ahora lucha desde su nuevo cometido.

-¿Le ha sorprendido el resultado de las elecciones en Teruel?

-Pues sí y no. Sorpresa por el hecho de que Teruel Existe haya sido el partido más votado y sus senadores, pero no por el diputado logrado. Si se analizan los datos se ve que el 80% del voto que ha ido a esta agrupación lo han perdido los partidos de izquierdas. Es una novedad que hay contemplar y todo el mundo debe tener en cuenta en sus valoraciones.

-¿Qué le parece el salto a la política de la plataforma ciudadana?

-Estuve en los inicios del movimiento y lo he seguido apoyando durante estos 20 años. Para mi es un movimiento social y seguiré defendiendo que solo sea eso porque es necesario para el desarrollo de la provincia. Una vez que han conseguido representación en Madrid, puede hacer algún papel, pero Teruel Existe me gusta más como lo que fue. Sus logros en cuanto a reivindicación y sensibilización son impagables. No soy tan imberbe como para pensar que por tener un político en el Congreso vayan a cambiar mucho las cosas. Confio en que no pierda la frescura y las elecciones sean solo un paréntesis. Es un activo que no se puede perder.

-¿El éxito que ha logrado en las urnas será difícil de gestionar?

-Sí. A partir de ahora Teruel Existe va a recibir muchísimas zancadillas. Los partidos establecidos no se pueden permitir que salgan como setas otros movimientos territoriales y sectoriales. Y tampoco al país le interesa fragmentar todavía más el parlamento en grupos de interés. Italianizar la política sería fatal. Ya tenemos las periferias de País Vasco y Cataluña complicándonos la existencia y la irrupción de los extremos políticos.

-¿El resquemor de los turolenses está justificado?

-No hay que centrarse solo en la parte de la queja. Hay cosas que se han hecho mal y otras bien. Deben valorarse los grandes logros que sí hemos tenido en 20 años. Conozco muy bien Teruel y no se parece en nada a lo que era hace 20 años en muchas cuestiones. No hay que olvidar que es la única provincia que tiene el Fite (Fondo de Inversiones de Teruel), que suponen 60 millones al año. Si otras 15 o 20 provincias lo piden, eso podría suponer perderlo a la vuelta de uno o dos años. Cuando das un paso y reivindicas solo las deficiencias se corren riesgos. No hay rosas sin espinas. La acción-reacción existe. Cuando Cataluña da el paso de la deriva provoca la reacción centralista.

-¿Qué se ha hecho bien y mal?

-El Fite ha permitido una decena de inversiones muy importantes sin las cuales Teruel estaría mucho peor. Es cierto que la forma de gestionar el fondo nunca nos ha gustado en la CEOE. Siempre dijimos que debía de servir para crear empresas y empleos, no para sustituir partidas que deberían de estar en los presupuestos de la DGA o del Estado. Los agentes sociales deberían estar en la mesa de distribución del Fite con voz y sin voto. Y el control y distribución de los planes Miner ha sido deficitario; se dilapidaron millones de euros. No estoy señalando a nadie. Culpables somos todos.

-¿Qué ha fallado?

-Fondos y herramientas ha habibo y los hay. Si no tenemos éxito los responsables en parte somos los propios turolenses, no solo los responsables políticos. Teruel cuando pide y reivindica debe de ser sensato. No puede haber desarrollo o mejora si los turolenses no nos implicamos en los actores del cambio. El apoyo exógeno está muy bien, sobre todo en infraestructuras, pero no hagamos la carta a los Reyes Magos, porque si pedimos seis o ochos obras a la vez lo que conseguimos es que no nos atiendan ninguna.

-¿El fin del carbón en Andorra se ha afrontado correctamente?

-Algo bien está haciendo la ministra para la Transición Justa, que al menos está contando con los agentes sociales. Yo le pediría al Gobierno central que desplace una empresa pública de nueva creación a Andorra y que se instale en la zona el gran centro superior de estudios energéticos de España, con investigación en renovables. Y duplicar y triplicar los nudos de evacuación de energía en la provincia de Teruel para potencia verde 15 años más.

-¿Qué está haciendo CEOE en la lucha contra la despoblación?

-Desde hace 20 años estamos codo con codo con los sindicatos y con los gobiernos de turno, tanto nacionales y autonómicos, aportando soluciones e ideas y apoyando al movimiento ciudadano de la provincia. Algunos colectivos dan una imagen catastrófica, plañidera y llorona cuando reivindican, pero los agentes sociales llevamos años vendiendo Teruel en positivo. Hace unos años dimos un paso más sumando fuerzas con Cuenca y Soria, de la mano de las patronales, los programas Leader y las cajas rurales de estas provincias.

-¿Cómo funciona esta alianza?

-En cinco años de actividad llevamos bastante dinero gastado en estudios y hemos creado la red de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa (SSPA, por su siglas en inglés), un modelo aplicado que en Escocia ha permitido revertir el proceso de despoblación. Estamos de lobi en Bruselas para conseguir fondos europeos para este fin. Queremos construir sobre fortalezas y apoyarnos en los recursos, el empresariado y el empleo endógenos.

-¿La España vacía ha entrado en la agenda política nacional?

-Sí. Es uno de los siete u ocho grandes problemas de España. No puede ser que el 70% del territorio esté despoblado. Teruel y la España interior están vacías de personas pero no de ideas. El presidente Sánchez ha planteado un ministerio de la despoblación, una idea que, modestia aparte, procede de Teruel. Yo mismo se la transmití. Se necesita también un pacto de Estado y presupuesto finalistas para estas zonas.

-¿Qué medidas plantea?

-Ahora nos la jugamos con el 5G. No podemos cometer el mismo error que con las carreteras y trenes. Esta tecnología debe desarrollarse primero en la España vacía. Hay que legislar y ser valientes, con, por ejemplo, medidas fiscales que favorezcan que los funcionarios vivan en el medio rural.

-¿Vivir en el pueblo sigue estando mal visto?

-Es uno de los errores que ha habido: el desprecio por los propios aborígenes de los territorios de vivir en el medio rural y suspirar y aspirar a vivir en las ciudades. Hay que empezar a poner en valor la calidad de vida del medio rural, la mejor educación de nuestros niños en un entorno natural, los menores costes para poder vivir... Existe un discurso equivocado que hay que cambiar desde la escuela.

¿Cómo ve la economía actual?

-Estamos en una desaceleración, no en una recesión como algunos dicen, que no creo que se produzca. Ahora es muy importante que haya presupuestos, sobre todo para las personas, las empresas y lo territorios más débiles.