Se guardaron las distancias, se respetaron los protocolos, se puso especial cuidado en la celebración de San Valero que todos los años hace EL PERIÓDICO DE ARAGÓN con todos los zaragozanos. Esta vez no hubo más de 20.000 personas haciendo una enorme fila desde la plaza del Pilar hasta la puerta del Mercado Central como el año pasado. No tuvo nada que ver la fiesta, pero este diario se mantuvo fiel a la tradición y organizó una vez más la mañana de roscón en el centro de la ciudad. Para pocos, tan solo 150 afortunados, en una fiesta más íntima pero no menos importante en la que todos coincidieron, desde voluntarios hasta políticos pasando por ciudadanos anónimos, en que el año que viene volverá a ser el de siempre.

Tampoco hubo chocolate en el salón de la ciudad para conmemorar la vigésimo novena edición del reparto de roscón a los ciudadanos. Todo quedó en el hall del ayuntamiento, donde junto al director de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, Nicolás Espada, estuvieron el alcalde, Jorge Azcón; la vicealcaldesa, Sara Fernández; y concejales varios como Javier Rodrigo, Lola Ranera, Alfonso Mendoza o Julio Calvo, que se arremangaron con Dalia Moliné, subdirectora de este diario, para entregar roscones a los 150 afortunados que resultaron premiados después de un sorteo en el que participaron más de 5.000 lectores. Además, mil raciones se repartieron entre los distintos comedores sociales de Zaragoza.

Para mantener las distancias de seguridad, las citas se repartieron con horarios y el acceso era único, todo bien controlado por el personal del diario y Charo Viela, responsable del cuerpo municipal del voluntariado, que esta vez acudió de manera representativa y en un número muy reducido.

El roscón que se repartió fue elaborado por el obrador El Artesano, a través de Frutos Secos El Rincón, tradicional colaborador que distribuyó estos dulces de 550 gramos de tierno bollo relleno de nata y que, por supuesto, incluía la tradicional sorpresa de este acto patrocinado por el Ayuntamiento de Zaragoza y organizado por EL PERIÓDICO.

«Espero que la edición número 30 se pueda celebrar por todo lo alto y puedan participar al menos las 20.000 personas que el último año pasaron a vernos por la plaza del Pilar», dijo Nicolás Espada, que estuvo acompañado también por el gerente del diario, Jesús Prado.

Ana y Esther, madre e hija, mantuvieron su rutina en San Valero de bajar al centro, coger un trozo de roscón gratuito de los que ofrece EL PERIÓDICO, ver al santo e irse de tapeo. Estas dos zaragozanas, devotas del patrón de Zaragoza, se lamentaron de no poder cumplir con la tradición. «Otros años hay gigantes, cabezudos y mucha alegría en la calle y jolín, con el día que hace hoy que no se pueda hacer nada… Todo es diferente, pero el roscón nos lo comeremos igual».

A las puertas de la basílica, alrededor de un centenar de personas esperaban su turno para entrar mientras Begoña Beitia, una vendedora de roscones, esperaba a que llegaran los clientes. «Está bastante tranquilo, la verdad. El año pasado vendimos más. Va despacito», comentó la vendedora. El producto estrella en su puesto, como no podía ser de otra manera, eran los roscones. «Sin relleno, que son los tradicionales, aunque la gente también se lleva los de nata y alguna rosquilla».

En una mesa una familia tomaba un vermú. Normalmente, habrían bajado antes a la plaza del Pilar y hecho la fila para coger un trozo de roscón gratis y un vasito de chocolate, pero este año «como no lo compre yo...», reía la abuela del grupo, llamada Pilar. «Yo he bajado siempre, aunque hiciera frío o nevara. Hasta con bolsas en los pies para no mojarnos cuando mis hijos eran pequeños», rememoró la mujer. «Es una pena porque este año el pequeño iba a poder probar el roscón, pero bueno...», decía la hija de Pilar, Soraya, mirando a su hijo en el carrito. «Qué pena todo, maño. Y espérate, porque hasta que vacunen a todo el mundo...», añadía. Al año que viene, señora, con el roscón de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.