Nueve ediciones. Nueve crónicas con este evento itinerante. Pero ayer era (aún más) imposible que la lupa se perdiera la Cena en Blanco de Zaragoza, que venía que ni pintada. Porque la cita se celebraba esta vez en la plaza de El Periódico de Aragón (frente a la estación de Delicias). De ahí la guasa del titular. Volvió a ser un encuentro clandestino, cuyo punto de reunión se guardó en secreto hasta media hora antes. Los comensales sabían hace diez días fecha y hora, así como las reglas del juego. Todos estaban listos para formar parte de este picnic urbano sorpresa, una idea que Miguel Ángel Cubero importó de París, donde miles de personas se reúnen cada año. Ayer, en Zaragoza, hubo 780 comensales, convocados en secreto. Entre ellos, algunos de clásicos instigadores del encuentro: Mariano Bazco, de Starkytch, los Urban VicArt (Arturo Borraz y Víctor Plou), Nieves Añaños, de Versus....

La idea era, como siempre, crear un entorno bello y diferente y hacer gala de civismo. Había mesas que partían con ventaja (lo es tener a un interiorista como invitado)... Véase José Luis Mercadal, que hasta colocó máscaras venecianas en la suya. El restaurador David Maturén, Yolanda Gil y los Dolce Vita tuvieron incluso una pecera real. Los Urban, el diseñador Enrique Lafuente, los radiofónicos Javier Vázquez y Lorenzo del Río y la productora Mamen del Pon, entre otros, compartieron un árbol de los deseos. Solo faltaba buscar al pintor Ignacio Guelbenzu, que cada año crea un tocado ad hoc para esta cena. Ayer, estaba rematado con un disco de vinilo. Los vinilovers están de moda (tienen hasta término propio, así que ya dirán).

El resto fue disfrutar entre mesas y correr de la plaza de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN a su redacción. Para dejar en herencia crónica, una galería de fotos (pasen y vean)... Y resolver la eterna duda: ¿vuelvo a la fiesta o no?