Los cámpings aragoneses viven buenos tiempos. La comunidad registró desde enero y hasta abril un total de 67.197 pernoctaciones en estas instalaciones turísticas, lo que supone una variación del 32,3% si se compara con los resultados del 2018 en el mismo periodo. Aunque el Ejecutivo autonómico solo dispone de datos hasta el cuarto mes del año, todo parece indicar que la temporada de verano también va a ser óptima, si el tiempo lo permite. La modernización de las infraestructuras realizadas durante los últimos años, el cambio de la mentalidad del visitante respecto a estos espacios y un turismo en alza en el territorio son algunos de los factores que propician el empuje del sector.

Las cifras del boletín de coyuntura turística así lo reflejan en su última entrega, en la que muestra un crecimiento en la cuota de mercado del 2,5%. Solo hay un apartado de los que analiza el Instituto Aragonés de Estadística con un crecimiento mayor; se trata del correspondiente a los albergues, que arrojaron una variación interanual en el apartado de pernoctaciones del 36,5%.

buena salud / Si se comparan los resultados de la comunidad con los del resto del país, también sobresale que el territorio aragonés muestra mejores datos, puesto que la variación interanual en todo el Estado es del 24,5%, casi 7 puntos menos. «El fenómeno del cámping es algo que va creciendo en toda España y, en Aragón, goza de muy buena salud», corrobora el presidente de la Asociación de Empresarios de Cámpings de Aragón (AECA), José Manuel Ferrero. «Tenemos unas instalaciones excepcionales, por no hablar del marco: la naturaleza, el Pirineo, el Ebro, Albarracín... estamos viviendo años muy buenos», añade Ferrero.

De hecho, y a falta de datos concretos del verano, el presidente del colectivo empresarial considera que julio «está siendo bueno», incluso «está terminando por encima de las expectativas». Sobre agosto también se muestra optimista, puesto que las reservas avanzan a buen ritmo. No obstante, apela a la prudencia por la naturaleza del negocio: «Dependemos mucho del tiempo, no se pueden lanzar los cohetes hasta que no pase el 15 de agosto. Una tormenta te hace polvo», relata.

Un hecho que validan desde el cámping Lago Resort de Nuévalos, donde explican que el comienzo de la temporada alta no ha sido el mejor, aunque se empieza a estabilizar. Al respecto, consideran el calor como una posible causa que hace que el cliente se decante por la playa. También, las lluvias: «En cuanto el visitante sabe que va a llover, viene menos», indican.

competitivo / Una de las razones que se aducen cuando sale a la palestra el auge del turismo de cámping es la irrupción de la crisis, que hizo que muchas personas se decantaran por esta opción, en principio, más económica, frente a los hoteles y otro tipo de alojamientos. Sin embargo, Ferrero matiza esta afirmación: «Nosotros ya empezábamos a ganar clientes antes y, con la crisis, se pensó que el mundo del cámping era más barato. El turista viene pensando en la economía y descubre que cubre otras expectativas que no podía ni imaginar», destaca.

«Llevamos mucho tiempo intentando dignificar la palabra cámping. Antes era un poco peyorativa, pero las instalaciones, máxime desde que tenemos bungalows, suponen un turismo de primera línea. No son las que había hace 30 años, son un resort, con el aliciente de que estás al aire libre. Y, en Aragón, más y mejor», subraya. Una buena situación que resume en una frase: «Vinieron por el precio pero se han quedado por la calidad». Parecido ven el horizonte desde el negocio de Nuévalos, donde relatan que la crisis «popularizó» el camping, puesto que resulta «más competitivo». También, que muchos negocios se renovaron y que abundantes turistas lo han conocido «como alternativa económica, pero ya se han aficionado. Se ha creado una clientela nueva», afirman.

Otro dato que sorprende es que más del 50% de sus usuarios son de fuera del país. «Hemos conseguido ser la comunidad de interior cuyo porcentaje de extranjeros es mayor», subraya Ferrero, quien detalla que son Francia, Holanda, Alemania, Bélgica e Inglaterra los lugares de procedencia más habituales. «Hemos conseguido que el turista extranjero que viene a veranear a España, a la costa, lo haga por el centro -y no por otros pasos fronterizos como el de La Junquera- y en ese periplo, se quedan de dos a cinco noches aquí y otras tantas a la vuelta», afirma.

Así lo ven también desde el camping de Nuévalos, donde observan que, fuera de la temporada alta, el cliente habitual es jubilado y extranjero, mientras que en el verano crece el visitante español. Entonces, el de fuera prevalece, pero con un perfil distinto al de la temporada baja.