La residencia Romareda de Zaragoza cuenta con dos nuevos integrantes en su amplia familia. Los perros Pancho y Eliot son los compañeros que mejoran la calidad de vida de los usuarios de la terapia asistida con animales, que el centro realiza una vez al mes con residentes dependientes. La sesión ayuda a despertar los estímulos sensoriales y las conexiones emocionales, cognitivas y sociales.

El contacto con los dos perros es una de las actividades de este centro del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), con 25 años de trayectoria y pionero en la iniciativa de origen estadounidense. La dinámica, que comenzó en mayo de 2019, se adapta al perfil del usuario y se centra en las personas que tuvieron en su pasado contacto con los animales. Ellas logran recordar ese tiempo y sus vivencias durante la terapia, cuya sesión activa el potencial de los residentes y es guiada por las psicólogas de la empresa Perros y Letras Read España y el equipo del proyecto Romareda te activa de Arquisocial, cofinanciado con fondos oficiales europeos y el Gobierno de Aragón.

La directora de la Residencia Romareda, Cristina Serrano, explicó que «su objetivo es centrarse en los potenciales de las personas, olvidarnos de déficits y de enfermedad. Sus potenciales los conocemos a través de la narrativa de vida, el historial de sus vidas».

La consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón, María Victoria Broto, asistió este martes a una de las sesiones de la terapia, acompañada por el director gerente del IASS, Joaquín Santos. «Es una actividad única, no se hace en ninguna otra residencia de la comunidad, pero con muy buenos resultados», comentó Broto. Y anunció que «los trabajadores de la residencia Romareda van a ser premiados en los premios Cuarto Pilar».

Tardes activas y alternativas

Las actividades del centro, que comprenden también terapia ocupacional, musicoterapia, psicología y talleres, como el de cocina, se llevan a cabo todos los días por la tarde y se adaptan a los mayores conociendo sus intereses, valores y experiencias. «Les damos la posibilidad de tener estados de felicidad y de placer, ya que nuestro objetivo es que se sientan como en casa, sin olvidar que se promueve la interacción entre ellos», añadió Serrano.

Los residentes presentan deterioro cognitivo y un nivel de dependencia 3. «Se aborda la parte cognitiva, emocional. Hay residentes que a lo mejor no hablan en toda la semana y con la musicoterapia son capaces de emitir una canción entera. Afecta de forma positiva a los familiares, que ven que son capaces de hacer cosas que creían que no existían», comentó la psicóloga del centro Mamen Molina.

El centro atiende a 216 personas en situación de dependencia y cuenta con unidades especializadas en atención a usuarios con demencias y a personas con enfermedades avanzadas y cuidados paliativos.