David G. S., el piloto inglés de la barca que volcó el pasado domingo en aguas del embalse de Mequinenza con un resultado de tres personas muertas por ahogamiento, no ha ingresado en prisión. Abonó los 6.000 euros fijados como fianza por la juez de Caspe y quedó en libertad provisional. En el caso de que el piloto no hubiera pagado la fianza habría ingresado en la macrocárcel de Zuera.

David G. S. podría ser responsable de un delito o una falta de imprudencia, dado que manejaba la embarcación en el momento en que ésta zozobró cuando transportaba a 15 inmigrantes de nacionalidad búlgara que pasaban una tarde de ocio en el embalse de Mequinenza.

Para evitar que eluda la acción de la Justicia, la juez de Caspe dictó una serie de medidas cautelares, como la obligatoriedad de que el imputado se presente periódicamente en el juzgado de la capital del Bajo Aragón zaragozano, la privación del pasaporte y una orden, cursada a todas las fronteras para que se le deniegue permiso en el caso de que pretenda abandonar el territorio nacional.

Durante el interrogatorio a que fue sometido por la juez del caso, David G. S., de 45 años y natural de Manchester, negó rotundamente que hubiera exigido el pago de una cantidad a los inmigrantes búlgaros, 8 adultos y 7 menores, para darles una vuelta en barca por el pantano.

IMPRUDENCIA "La realidad es muy diferente", comentó ayer su abogado. "David se vio prácticamente obligado a llevar en su barca a los inmigrantes, fueron ellos los que insistieron en que los llevara en su embarcación".

El letrado atribuyó el hundimiento de la barca, con capacidad para cinco personas, a "un accidente". "El problema se produjo cuando los que iban en la barca empezaron a moverse", afirmó.

El abogado insistió en que David G. S. "está muy afectado por lo sucedido", pero no quiso pronunciarse sobre el hecho de que pilotara la barca pese a que carece del preceptivo permiso de navegación. "Se le acusa de imprudencia con resultado de muerte, pero de quién fue realmente esa imprudencia", añadió.

Mientras tanto, en la mañana de ayer, los cadáveres de los tres inmigrantes búlgaros fallecidos en el vuelco de la barca, un matrimonio que deja dos huérfanos y un hombre de 36 años, permanecían en el depósito del cementerio de Caspe.

Los afectados quieren repatriarlos a Bulgaria, pero carecen de medios económicos, por lo que han organizado una cuestación entre la comunidad búlgara en el Bajo Cinca, donde residían los fallecidos.